Siger de Brabant (Sigerio de Brabante) fue un filósofo de la escolástica del siglo XIII. Perteneció al partido de
Libros de Avicena, Averroes y seguidores se quemaron públicamente. También quemaron obras de Tomás de Aquino y de Siger. Éste vio cómo quemaban sus libros en la calle. En 1276, citaron a Siger ante el inquisidor de Francia, Simon du Val. Al poco tiempo de aquello, tras haber sido acusado de herejía, Siger se fue de París.
Al parecer, huyendo de la Inquisición buscó refugio en Orvieto, dispuesto a llevar una vida de oración lejos de toda disputa. Siete años después de llegar, el amanuense al que dictaba le asesinó. Se comenta que lo hizo con la pluma con la que escribía. Tras esto, muchos de sus críticos dijeron que merecía tal muerte al haber sido la pluma el arma con la que él había hecho tanto daño.
Su reflexión filosófica se inscribe en el contexto de la integración de los textos de Aristóteles dentro del pensamiento teológico medieval. Para valorar la audacia de los pensadores de la época, es preciso recordar que, por ejemplo, en una decisión tomada en 1210, el sínodo provincial de París había prohibido comentar los libros de filosofía natural de Aristóteles, incluido el De Anima...
Siger, en sus comentarios sobre Aristóteles, desarrolló las consecuencias del pensamiento de este filósofo, y tomó la decisión de atenerse, sólo a la cuestión filosófica:
"Nuestra intención principal no es la de buscar cuál es la verdad, sino conocer cuál es la opinión del Filósofo".
La verdad es una cuestión reservada a la Fe católica. La razón y la fe son dos órdenes distintas, una es natural, y la otra sobrenatural y cierta. Por medio del razonamiento conocemos el orden natural (que es también el orden de las consecuencias lógicas) y por medio de la revelación conocemos la segunda.
En ‘La Divina Comedia ’ Dante sitúa a Siger en el 4º cielo, morada de los sabios, junto a Alberto Magno e Isidoro de Sevilla:
Essa e la luce eterna di Sigieri Che, leggendo nel vico degli strami, Sillogizzo invidiosi veri. ("Divina Commedia: Paradiso", X, 136)
Siger fue el adversario de Alberto Magno y de Tomas de Aquino. Defendió las creencias de Averroes, como el monismo del intelecto humano: un intelecto spiritual para todos los hombres, separado del cuerpo, temporariamente unido con cada organismo para cumplir con el proceso de pensamiento. El hombre es mortal, pero la carrera es inmortal.