Figura (tomada de Wikipedia): Una pintura describe la historia de una disputa entre Santo Domingo y los cátaros, en los que los libros de ambos fueron sometidos a una prueba de fuego, y los de Santo Domingo fueron milagrosamente preservados de las llamas (milagro de Fanjeaux). El catarismo es la doctrina de los cátaros (o albigenses), un movimiento religioso de carácter que se propagó por Europa Occidental a mediados del siglo X, logrando asentarse hacia el siglo XIII en tierras de Languedoc, donde contaba con la protección de algunos señores feudales vasallos de la corona de Aragón.
Era un movimiento religioso-cultural, propulsor de un nuevo orden social a partir del ascetismo. Con influencias del maniqueísmo, del gnosticismo, y del neoplatonismo residual, entre otros movimientos, proponía una dualidad creadora Dios y Satanás. Los cátaros se caracterizaban por una teología dual, basada en la creencia de que el universo estaba compuesto por dos mundos en conflicto, uno espiritual creado por Dios y el otro material forjado por Satanás. El mundo había sido creado por una deidad diabólica conocida por los gnósticos como el Demiurgo. Los cátaros identificaron al Demiurgo con el ser al que los cristianos denominaban Satán. Sin embargo, los gnósticos del siglo I no habían hecho esta identificación, probablemente porque el concepto del diablo no era popular en aquella época, en tanto que se fue haciendo más y más popular durante
Según la comprensión cátara, el Reino de Dios no es de este mundo. Dios creó cielos y almas. El mundo material, el mal, las guerras y
Decían que Jesús había sido una aparición que mostró el camino a Dios. Pero no era posible que un Dios bueno (de naturaleza espiritual) se hubiese reencarnado en forma material, ya que todos los objetos materiales estaban contaminados por el pecado. Esta creencia específica se denominaba docetismo. Más aún, creían que el Dios Bíblico Yahvé era en verdad el diablo, ya que había creado el mundo. Su carácter diabólico se mostraba también en sus cualidades («celoso», «vengativo», «de sangre») y a sus actividades como «Dios de
En 1244 tuvo lugar un acto, en donde los líderes cátaros, así como más de doscientos seguidores, fueron arrojados a una enorme hoguera en el prat dels cremats (prado de los quemados) junto al pie del castillo. Más aún, el Santo Padre (mediante el Concilio de Narbona en 1235 y