(Ficha de cátedra)
Texto fuente: Weinberg, G. (1984): Modelos educativos en la historia de América Latina. Bs.As.: UNESCO / CEPAL / PNUD/ Kapelusz, pp 92-95
La forma del catecismo fue adoptada, además de la Iglesia, por el Rey y también por los patriotas independentistas. Ciertas formas de expresión se mantendrían, modificándose en cambio su contenido. Así, el empleo de los catecismos de doctrina cristiana que utilizan el método de preguntas y respuestas se usó para propagar ideas heterodoxas. Recuérdese el célebre Catecismo Real de 1785, preparado por el arzobispo de Charcas, San Alberto, expone la teoría del derecho divino de los reyes. En un pasaje se lee:
Pregunta: ¿Qué cosa es el Rey?
Respuesta: Una potestad temporal y suprema, instituida por Dios para gobernar los pueblos con equidad, justicia y tranquilidad
Como respuesta a éste y otros catecismos similares, por entonces muy difundidos, pronto se publicarán nuevos, aunque formalmente inspirados en aquéllos, para justificar la independencia: uno el “Catecismo político-cristiano dispuesto para la instrucción de la juventud de los pueblos libres de la América meridional”[1], su autor don José Amor de la Patria, Santiago de Chile, 1810.
Otro fue el “Catecismo Público para la instrucción de los neófitos o recién convertidos al gremio de la Sociedad Patriótica” (Bs.As., 1911)
(Weinberg 92)
El 19 de noviembre de 1812, Camilo Henríquez escribe proponiendo un catecismo patriótico[2]:
“Un catecismo patriótico, escrito con la mayor sencillez, claridad y brevedad, repartido a las escuelas para que los niños lo tomasen de memoria y lo recitasen en las plazas, convidando antes a la plebe por carteles para que asistiese, fuera sin duda muy útil; y estas escuelas serían de mayor utilidad para las familias, y menos pesadas para los niños, si se sujetasen a la inspección de personas sabias que arreglasen el plan de la enseñanza y economía interior … y la instrucción de la plebe puede promoverse por medio del catecismo patriótico, aprendido y recitado por los niños y esparcido entre todas las clases, y además por el medio eficacísimo, insinuado ya, de los misioneros patriotas, que lleven y difundan por todas partes los conocimientos útiles y despidan las preocupaciones y engaños funestos …”
(Escritos políticos de Camilo Henríquez, introducción y recopilación de Raúl Silva Castro, Santiago: Ediciones de la Universidad de Chile, 1960, pag 114).
Para Weinberg este fenómeno ha sido poco estudiado y bien podría llamarse la “guerra de los catecismos”. El autor reproduce ilustrativas partes de diversos catecismos que se ‘contestan’, como el “Catecismo para la firmeza de los verdaderos patriotas y fieles vasallos del Señor don Fernando VII, contra las seductivas máximas y errores que contiene el pseudo Catecismo, impreso en Buenos Ayres”
[1] Este catecismo se ha reeditado en el siglo XX. Ricardo Donoso: El catecismo político-cristiano, Santiago de Chile: Imprenta Universitaria, 1943, pag 95-112). Otra: José Amor de la Patria (1969): Catecismo político-cristiano, prólogo y notas de Manuel Acuña Peña, Bs.As.: Ed. Francisco de Aguirre. Ver archivo en PC
[2] Si las fechas suministradas por Weinberg son exactas, cuando Henríquez publica estas líneas ese catecismo ya había sido escrito por lo menos un año antes. (pp 92)
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