Es común, cuando se habla de las corrientes pedagógicas, dividirlas en conservadoras (tradicionalistas) y liberales (progresistas o innovadoras). Sin embargo, estos términos son altamente equívocos, por cuanto adquieren distintas significaciones según la época y según la región o país. Nos interesa también reconocer que, dentro de cada una de ellas, existen variantes que impiden considerarlas como una ideología compacta. Adriana Puiggrós encuentra que, dentro de las pedagogías liberales, hay diferentes líneas. Así, para la primera mitad del siglo XIX distingue, contra la pedagogía colonialista, la presencia de 4 concepciones diferentes del liberalismo[1]:
Pedagogía liberal radicalizada: influida por Rousseau y por los socialistas utópicos: antirracista, democrática en los métodos de enseñanza y disciplina, anticlerical y laica: Simón Rodríguez (maestro de Simón Bolívar) Mariano Moreno (quizás uno de los más radicalizados jacobinos), el presbítero Gorriti.
En una carta de Simón Rodríguez al rector del colegio Latacunga se lee:
“Si usted desea como lo creo que mi trabajo y los gastos no se pierdan, emprenda su escuela con INDIOS!!! (…) De blanquitos poco o nada podrá usted esperar (…) No se desanime Usted, Señor Rector, los hombres no son todos unos, escoja Usted su gente: en la MASA, hay muchas personas de JUICIO: con los hijos de ellas Usted podrá contar, para emprender la reforma que desea.
Pedagogía federalista popular con elementos liberales: Muchos caudillos desarrollan experiencias semejantes a la reforma educativa que puso en marcha el caudillo nacionalista popular Francisco Solano López, derrotado en la guerra del Paraguay. Se trata de una educación moderna, participando la sociedad civil y apoyada en la cultura de los pueblos.
La concepción democrática y popular se halla en Artigas – dando continuidad a las ideas de Belgrano – y en varios caudillos Bustos (Córdoba) López (Santa Fe), Alejandro Heredia (Tucumán), Félix Heredia (Salta), Molina (Mendoza) Ferré (Corrientes), Pancho Ramírez (Entre Ríos) y Urquiza (Entre Ríos), defendiendo la idea de construir un sistema educativo estatal. En sus provincias la enseñanza siguió siendo religiosa “pues en esa época del país era aún inconcebible la laicidad”. Pero comenzaron a diferenciar entre las creencias religiosas y la adhesión a la concepción medieval del poder, que otorgaba primacía a la Iglesia Católica sobre el Estado. Avanzaron sobre el monopolio educativo eclesiástico, desarrollando la instrucción pública, e implementaron la obligatoriedad y gratuidad. (pp 47)
Pedagogía de la generación liberal de 1837: En particular la de Sarmiento, moderadamente liberal, pues partía de la exclusión de los indios y de la descalificación de toda expresión cultural popular, de la herencia hispánica. Pero su sistema de educación pública era abarcativo y democrático.
Pedagogía liberal oligárquica: Rivadavia quería modernizar el sistema importando la estructura y la ideología más elitista de la experiencia educativa francesa. Mitre continuaría la tendencia.
Pedagogía tradicionalista colonial antiindependentista: dirigida por sectores pro-hispánicos de la Iglesia Católica. El viejo bloque que defendía la educación colonial clerical y rechazaba la educación de los indios y mestizos. Terminada la guerra de la Independencia, esta corriente tuvo su núcleo directivo en Córdoba y luego se extendió por todo el país y se convirtió en nacionalismo católico. Entre los caudillos la corriente tradicionalista estaba representada por Facundo Quiroga y Rosas (47-48).
[1] A. Puiggrós, 2003: pp 44-45
Pedagogía liberal radicalizada: influida por Rousseau y por los socialistas utópicos: antirracista, democrática en los métodos de enseñanza y disciplina, anticlerical y laica: Simón Rodríguez (maestro de Simón Bolívar) Mariano Moreno (quizás uno de los más radicalizados jacobinos), el presbítero Gorriti.
En una carta de Simón Rodríguez al rector del colegio Latacunga se lee:
“Si usted desea como lo creo que mi trabajo y los gastos no se pierdan, emprenda su escuela con INDIOS!!! (…) De blanquitos poco o nada podrá usted esperar (…) No se desanime Usted, Señor Rector, los hombres no son todos unos, escoja Usted su gente: en la MASA, hay muchas personas de JUICIO: con los hijos de ellas Usted podrá contar, para emprender la reforma que desea.
Pedagogía federalista popular con elementos liberales: Muchos caudillos desarrollan experiencias semejantes a la reforma educativa que puso en marcha el caudillo nacionalista popular Francisco Solano López, derrotado en la guerra del Paraguay. Se trata de una educación moderna, participando la sociedad civil y apoyada en la cultura de los pueblos.
La concepción democrática y popular se halla en Artigas – dando continuidad a las ideas de Belgrano – y en varios caudillos Bustos (Córdoba) López (Santa Fe), Alejandro Heredia (Tucumán), Félix Heredia (Salta), Molina (Mendoza) Ferré (Corrientes), Pancho Ramírez (Entre Ríos) y Urquiza (Entre Ríos), defendiendo la idea de construir un sistema educativo estatal. En sus provincias la enseñanza siguió siendo religiosa “pues en esa época del país era aún inconcebible la laicidad”. Pero comenzaron a diferenciar entre las creencias religiosas y la adhesión a la concepción medieval del poder, que otorgaba primacía a la Iglesia Católica sobre el Estado. Avanzaron sobre el monopolio educativo eclesiástico, desarrollando la instrucción pública, e implementaron la obligatoriedad y gratuidad. (pp 47)
Pedagogía de la generación liberal de 1837: En particular la de Sarmiento, moderadamente liberal, pues partía de la exclusión de los indios y de la descalificación de toda expresión cultural popular, de la herencia hispánica. Pero su sistema de educación pública era abarcativo y democrático.
Pedagogía liberal oligárquica: Rivadavia quería modernizar el sistema importando la estructura y la ideología más elitista de la experiencia educativa francesa. Mitre continuaría la tendencia.
Pedagogía tradicionalista colonial antiindependentista: dirigida por sectores pro-hispánicos de la Iglesia Católica. El viejo bloque que defendía la educación colonial clerical y rechazaba la educación de los indios y mestizos. Terminada la guerra de la Independencia, esta corriente tuvo su núcleo directivo en Córdoba y luego se extendió por todo el país y se convirtió en nacionalismo católico. Entre los caudillos la corriente tradicionalista estaba representada por Facundo Quiroga y Rosas (47-48).
[1] A. Puiggrós, 2003: pp 44-45