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HISTORIA DE LA EDUCACIÓN

Seminario optativo de la Maestría en Educación Universitaria

01 agosto, 2011

KRAUSISMO Y EDUCACIÓN


KRAUSISMO Y EDUCACIÓN
Juan Carlos Paradiso

Introducción

El krausismo fue un movimiento filosófico/ideológico materializado en propuestas políticas, sociales y educativas. Aunque nacido en Alemania, su desarrollo mayor lo tuvo en España. También hubo expresiones en América Latina; en nuestro país, su representante más conspicuo fue Hipólito Irigoyen. En educación, los paradigmas son el Kindergarten de Fröbel y la Institución Libre de Enseñanza (ILE) española, mientras que en Argentina se registró la experiencia abortada de Carlos N. Vergara en la Escuela de Mercedes a fines del siglo XIX.
Para una comprensión del krausismo deberíamos remontarnos, en Filosofía, desde la Ilustración (Rousseau) a la filosofía alemana (Kant, Hegel), hacer un recorrido por las teorías gnoseológicas; en política, desde las ideas emancipadoras también traídas al primer plano por la Ilustración y la Revolución Francesa, con sus corrientes derivadas y divergentes, como el liberalismo, el marxismo y el anarquismo, sin omitir la masonería; en educación, desde el mismo Rousseau a León Tolstoi y a otros libertarios. Es un recorrido demasiado complejo, del cual intentaremos brindar un panorama sucinto.

Fig: Karl Krause
Krause: una presentación
Karl Christian Friedrich Krause (1781-1832) fue un pensador alemán a quien cuesta encasillar en una escuela. Hijo de un ministro protestante, fue formado en el cristianismo, pero con el desarrollo de su sistema ideológico va arribando a una creencia religiosa más difusa, vinculada a la naturaleza. Considerado postkantiano por su ubicación en el tiempo y por su intento de continuar la obra de Kant; recibió influencia de los idealistas y de los románticos, aunque no tardará en asumir unas ideas sumamente particulares y controversiales, en particular por su concepción gnoseológica, alimentada por un marcado componente místico. Fue discípulo de Fichte y Schelling en la Universidad, pero luego orientó su pensamiento hacia la crítica de sus maestros y de Hegel, de quien fue contemporáneo. Su propósito estaba orientado, por una parte a perfeccionar la obra de Kant y, por la otra a realizar una síntesis superadora de los postkantianos. Oponiéndose a las interpretaciones de éstos, intenta ‘recuperar el auténtico sentido de la filosofía kantiana’. Sus sistemas interpretativos reciben distintos nombres según el campo del conocimiento: en religión el Panenteísmo, en filosofía el Racionalismo Armónico, en política el Regeneracionismo. Sin embargo, aquí no se agota su exploración y explicación de la realidad, en cuanto incursiona en educación, Derecho, la defensa de los seres vivientes y la ecología, los derechos de género, etc. Su propia gnoseología hace algo artificial el intentar estudiar separadamente cada uno de estos campos, en cuanto su punto de partida es una complicada confluencia entre el mundo material y el Creador que lo lleva a recorrer sin pruritos ni sobresaltos todos los campos del saber, así como todos los niveles, desde la conciencia individual al universo y a Dios. Exagerando sus ideas hasta el absurdo diríamos que es todo lo mismo. Sus obras resultan abstrusas y complicadas, incluso para la lectura de sus propios connacionales, es decir que la complicación no surge ni del idioma ni de la cultura; ello explica que ejerciera escasa influencia en Alemania y su nombre no aparece en el podio de los pensadores más representativos. Sin embargo, fue rescatado en España donde generó una corriente filosófica muy influyente en la segunda mitad del siglo XIX. Poco después llegó a América española, donde contó con algunos representantes ilustres.
Inmerso en la atmósfera intelectual de los poskantianos, Krause no podría sustraerse a incursionar en la dialéctica, pero lo haría a su manera, como lo señala Roig, mostrando el esfuerzo de Krause por ablandar las antinomias del esquema dialéctico, desconfiando siempre de la síntesis y proponiendo una dialéctica dual de la complementariedad (Roig 2007).

Gnoseología y religión
Su cosmovisión, que deriva de su idea de Dios y de su metafísica, se sintetiza en la palabra panenteísmo. Es una estructura metafísica que intenta superar el panteismo y el dualismo, conjugando la inmanencia y la trascendencia de Dios en/sobre el mundo. Dios acaba por reabsorber los “tres términos del mundo” que para Krause son la naturaleza, el espíritu y la humanidad, que constituyen una unidad[1].
Con esta base, nuestro autor, preocupado por la subjetividad del ser humano, llega a la idea de Dios partiendo de los contenidos de la conciencia. Aquí se conjugan Naturaleza y Espíritu en un mismo plano: ambas son también manifestaciones de Dios. Lo interesante es que, con este punto de partida, nace una línea de defensa de la libertad, del cuerpo humano, de la mujer en un pie de igualdad con el hombre, de los niños, de los derechos de la naturaleza y de los animales. Los seres humanos se unirían en una especie de fraternidad universal a partir de asociaciones espontáneas. Criticó a la Iglesia y al Estado por ser entidades finitas, carentes de finalidad universal.
Como dijimos, es difícil separar los campos de conocimiento en los cuales penetra y argumenta. Si el sujeto - equiparado al yo en Krause - a la vez naturaleza y espíritu, es el centro desde donde se conoce el mundo, y se reconoce a Dios, si el mundo está contenido en ese Dios que es esencia, si el hombre forma parte de ese mundo tanto natural como divino, toda separación que hagamos, aunque necesaria para la claridad de la exposición, resulta artificial para estudiar a Krause.
La postura filosófica de Krause se ha denominado racionalismo armónico. En palabras de Sanz del Río:

En Filosofía, profesamos el racionalismo; no un racionalismo exclusivo que niega las demás facultades y fuentes de conocimiento en el espíritu, sino un racionalismo armónico, fundado en la justa estima y justas relaciones de todas las facultades cognoscitivas del espíritu; pero todas bajo la forma, carácter y regulador unitario y permanente de la razón. Todo conocimiento que fuera inaccesible, incomprensible a la razón … sería … inadecuado a la naturaleza racional del espíritu, según ha sido creado y constituido eternamente por Dios, cuyas obras todas son pura armonía …. El racionalismo no admite ni reconoce otra limitación positiva, histórica, prescrita al pensamiento que la inherente a nuestra naturaleza racional; ni admite, ni reconoce en ningún estatuto ni poder humano el derecho de limitar, negar, torcer el uso legítimo de las facultades constitutivas del espíritu, según el decreto eterno de Dios. (J. Sanz del Río, 1860)

Su idea de Dios es la de un ser tolerante, íntimo, al que no se llega a través de los dogmas de una confesión dada:

La religión, como relación íntima, personal, e históricamente manifestarse entre el hombre y Dios, radica principalmente en la conciencia, y puede y debe ser libre … no obligada, ni violentada, ni impuesta por estatutos históricos; debe poder manifestarse como toda la naturaleza racional, en unidad de esencia y variedad de formas; … es siempre respetable cuando es sincera, seria y verdadera en el hombre, pues que la religión expresa las más íntimas, las más profundas y trascendentales relaciones de que nuestra naturaleza racional es capaz.  (J. Sanz del Río, 1860)  

Tuvo una relación estrecha pero fluctuante con la francmasonería. Incluso entre sus obras figuran los ‘Escritos Masónicos’, pero su pensamiento tan peculiar no podía ajustarse a ningún estatuto o dogma: lo encontraremos siempre reinterpretando o reformulando los idearios de las instituciones, incluso de aquéllas a las que adhería. La Universidad de Comillas, de los jesuitas, que tiene una sección dedicada al estudio de los francmasones y el krausismo, ha publicado varios trabajos de investigación sobre el tema (P. Álvarez Lázaro, 2005). 
La idea difusa de Dios, al lado de su tolerancia a los diferentes credos, creemos que tiene correspondencia con la del Arquitecto Universal de los masones, quienes utilizan esta figura de una manera que permita incorporar en su seno a miembros provenientes de diferentes religiones. También hemos encontrado coincidencia con el pensamiento de Rudolf Steiner, el fundador de la Antroposofía y de las escuelas Waldorf[2].
El mundo y el ser humano, su más elevado componente, constituyen un organismo divino. El proceso de desarrollo o evolutivo tiende a la formación de unidades cada vez más grandes e inclusivas, llegando al último estado de la identificación del mundo con Dios.
La sociedad ideal resulta del ensanchamiento del principio que lleva del ser humano individual a formar pequeños grupos, y finalmente a la especie humana como un todo. Las diferencias desaparecen finalmente, y el hombre ha devenido Dios [3].
Contra la idea hegeliana del Estado, Krause defendió la superioridad moral de las “asociaciones de finalidad universal” (como la familia o la nación), que llevaría a la unión universal a través de su federación voluntaria:

En Política, el filósofo respeta y obedece la constitución positiva de su pueblo, acepta leal y libremente sus consecuencias con puro sentido del bien público y mediante éste del bien humano en la constitución definitiva de la patria universal.  … bajo el principio de la tolerancia en el todo y parcialmente en todas las esferas de la sociedad política, desde el Estado hasta la localidad; o el gobierno del país por el país; bajo el principio de la libertad del pensamiento, de la prensa, de la enseñanza, de asociación, de comercio, de industria; la inviolabilidad personal y de propiedad … la transformación gradual de las instituciones políticas para el desarrollo pacífico …  (J. Sanz del Río, 1860) (énfasis JCP)

La defensa del concepto más tangible de Nación, por lo menos enfrentado al más abstracto de Estado, tiene una expresión muy definida en el historicismo de Savigny[4].
Si Krause aspiraba a la unidad de todos los seres humanos, la historia representaría un progreso continuo hacia la meta de la “Humanidad racional”, que en este autor era equivalente a una ascensión hacia Dios. Este historicismo, en Krause, obviamente diferente al hegeliano, culmina en un retorno del género humano a Dios, generador pero también meta última de todo progreso.
Si queremos reencontrarnos con la retórica libertaria del krausismo, son muchos los pasajes en los cuales se muestra de cuerpo entero el concepto de libertad sin las ingerencias de las instituciones del poder social:

“Rechazamos la intervención del poder eclesiástico, como autoridad, en los negocios públicos; como también rechazamos la intervención del poder civil fuera de los límites de su fin y medios propios, si comprime el movimiento libre de las fuerzas sociales ... El Estado debe dejar a los esfuerzos individuales sociales todo lo que éstos puedan hacer por sí sin daño ni contra derecho público o privado. Rechazamos, por lo tanto, como injusta e invasora la pretensión del Estado a sujetar a su competencia e intervención toda la actividad social: la centralización como sistema de gobierno daña a la educación libre, gradual, progresiva de la sociedad y de las esferas particulares sociales en su vida interior. (J. Sanz del Río, 1860) (énfasis JCP)

No podemos sustraernos de encontrar muchas coincidencias con el pensamiento francmasónico y las ideas libertarias. Al hablar de Rousseau, nuevamente encontramos la referencia a un “ancestro común” – permítasenos esta metáfora – que comparte no solamente con el anarquismo, sino también con los primeros patriotas jacobinos en nuestro continente. Esta coincidencia se refiere tanto a sus ideas políticas como a las educativas, con las diferencias que hemos apuntado.
Æ Por nuestra parte, podemos criticar su punto de partida, su método de razonamiento y su lógica. Sin embargo, extrañamente, llegamos a conclusiones bastante similares, si nos atenemos a su concepción liberal y a su tolerancia, tan distante de los dogmatismos conocidos, así como a su punto de llegada: la defensa de la ecología y de todos los seres vivos, la igualdad de todos los seres humanos, la unión a partir de sociedades espontáneas que forman asociaciones de nivel cada vez más inclusivo, etc.

El krausismo en España
El krausismo fue muy influyente en España y en América hispánica, aunque también hubo corrientes importantes en Bélgica y Holanda y limitadamente en Alemania. El movimiento se inicia tardíamente, en la segunda mitad del siglo XIX, cuando Krause ya había desaparecido. En España es Sanz del Río quien se erige en su representante más conspicuo. Los textos de Sanz del Río resultan imprescindibles para una comprensión del krausismo que hoy conocemos, por lo cual volvemos a ellos frecuentemente. Esta exégesis del pensador alemán tiene un período breve de ortodoxia; más tarde habrá un desarrollo muy importante, pero impregnado con influencias de otras corrientes de pensamiento:

En cierta medida, el krausismo propiamente dicho, esto es, la interpretación más ajustada y ceñida a la totalidad del sistema de Krause, comienza y termina con Sanz del Río en España. (A. Jiménez García, 1996, Cap III: El krausopositivismo)

La Institución Libre de enseñanza
Imbuido de estas ideas, Francisco Giner de los Ríos, crea la Institución Libre de Enseñanza (ILE), el ejemplo más logrado del modelo educativo krausista. Hay otros pensadores que, partiendo de las mismas raíces, van asimilando nuevas corrientes ideológicas, especialmente el positivismo.
La ILE es fundada por Francisco Giner de los Ríos, junto con otras personalidades, en 1876. En 1936, luego de 60 años de funcionamiento, es cerrada tras el levantamiento militar del generalísimo Franco.
Curiosamente, la ILE es poco conocida en nuestro medio como paradigma de la ideología y pedagogía krausista, y mucho menos se la suele tener en cuenta entre los ejemplos exitosos de la Escuela Nueva y de la pedagogía antiautoritaria. En nuestro país tuvimos el privilegio de contar con un pedagogo como Lorenzo Luzuriaga, que formó parte de aquella institución, que debió refugiarse como tantos republicanos fertilizando nuestras ideas y emprendiendo también una notable tarea de difusión pedagógica. Para Luzuriaga, la fuente de las ideas de la ILE se encuentra:
1) Fundamentalmente en la filosofía de Krause, Sanz del Río y Giner de los Ríos que acentúa el carácter integral y armónico de la vida y de la educación espiritual, aunque no debe pensarse este término en su acepción religiosa y confesional.
2) El carácter liberal, humanista, de la educación inglesa que realza el aspecto humano, tolerante y vital en la actividad educativa.
3) El sentido ético de la tradición filosófica española, sobre todo el estoicismo que se manifiesta en el rigor y austeridad en la conducta. Este aspecto formaba parte inseparable del perfil de Irigoyen.
La orientación pedagógica será un adelanto de lo que más tarde aparecerá como propuesta del movimiento escolanovista. Contra la tendencia herbartiana, con énfasis en la instrucción, el método y los contenidos utilitarios, la ILE revaloriza la educación integral, atendiendo a la actividad del alumno y a la formación moral:
… Frente a este intelectualismo y utilitarismo de la época, la Institución consideró como objetivo esencial de su educación la formación de hombres cabales, la persecución de ideales éticos y el desarrollo de todas las capacidades, tanto físicas como intelectuales. En este sentido, su educación ha tenido siempre un carácter vital, integral y armónico (L. Luzuriaga).

El mismo autor cita palabras de Francisco Giner:
“Para esto hace falta estudiar y aprender muchas cosas; pero también mucho juego corporal y gimnástico, mucho taller, mucho aire libre, mucho aprendizaje de la sociedad y sus resortes, mucho movimiento, poco libro y mucho jabón y agua, elementos estos últimos que (…) son el termómetro de la civilización de un pueblo”. (L. Luzuriaga)
“… quisiera la Institución que, en el cultivo del cuerpo y del alma, ‘nada le fuera ajeno’. Si le importa forjar el pensamiento como órgano de la investigación racional, y de la ciencia, no le interesan menos la salud y la higiene, el decoro personal y el vigor físico, la corrección y nobleza de hábitos y maneras;  la amplitud, elevación y delicadeza del sentir, la humana tolerancia, la ingenua alegría, el valor sereno, la conciencia del deber, la honrada lealtad, la formación, en suma, de caracteres armoniosos, dispuestos a vivir como piensan; prontos a apoderarse del ideal en donde quiera (…)”.

La ILE introdujo una actividad que por entonces no era utilizada como recurso educativo y que después sería reivindicada por la Escuela Nueva[5]: las excursiones de los grupos de escolares fuera de la escuela, que tenían como destino tanto lugares cercanos a la escuela como otras regiones y países. El Programa de Instrucción de la Institución lo menciona así:

“Las excursiones escolares, elemento esencial del proceso intuitivo, forman una de las características de la Institución desde su origen  
 … ellas ofrecen con abundancia los medios más propicios … para que el alumno pueda educarse en todas las esferas de la vida. Lo que en ellas aprende en conocimiento concreto es poca cosa si se compara con la amplitud de horizonte espiritual que nace de la varia contemplación de hombres y pueblos; con la elevación y delicadeza del sentir que en el rico espectáculo de la naturaleza y del arte se engendran;  … con la serenidad del espíritu, la libertad de maneras, la riqueza de recursos, el dominio de sí mismo, el vigor físico y moral que brotan del esfuerzo realizado, del obstáculo vencido, de la contrariedad sufrida, del lance y de la aventura inesperados; con el mundo en suma, de formación social que se atesora en el variar de impresiones, en choque de caracteres, en la estrecha solidaridad de un libre y amigable convivir de maestro y alumnos. (L. Luzuriagam op. Ct.)

La educación unificada, es decir la de la unidad y continuidad de la enseñanza primaria y la secundaria, fue también idea original de ILE. Esto fue revolucionario en su época, y aún hoy llama la atención. En el modelo educativo hegemónico, la enseñanza primaria tiene un carácter más bien general elemental, para la gran masa del pueblo, mientras que la secundaria es una preparación para la universidad, con un objetivo puramente instrumental, dirigido a una élite que llegará a constituir la dirigencia de funcionarios y profesionales. Conocemos esto, en nuestro país, por lo que significaron los colegios nacionales de Mitre. Sin embargo:
La Institución trató de unir ambas enseñanzas considerándolas sólo como grados de un solo y único proceso, el de la educación general, humana … se enseñaba las mismas materias y se aplicaban los mismos métodos, con sólo las diferencias procedentes del diverso grado de desarrollo”. (Ibídem)

La Institución ha sido también una de las primeras que en Europa introduce la coeducación, es decir la educación conjunta de ambos sexos. Recordemos que éste es también uno de los pilares de la educación anarquista. Sin duda que esto se relaciona con la filosofía de Krause y el rol que otorgan a la mujer en la sociedad y la educación. (E. Ontañón, 2005) (R. Vázquez, 1989)
En buena medida, fue la ILE quien sirvió de base a la filosofía educativa de la II República.
Entre las realizaciones directamente vinculada a la ILE se encontraba la Residencia de Estudiantes de Madrid, Esta Residencia había sido fundada por la Junta para Ampliación de Estudios, producto de las ideas de Giner de los Ríos, pensada como complemento a la universidad. Fue dirigida por A. Jiménez Fraud, vinculado a la ILE y al krausismo. En la Residencia coincidieron y se hicieron amigos Luis Buñuel, Federico García Lorca y Salvador Dalí. Entre los visitantes asiduos o residentes durante sus estancias en Madrid se cuentan  Miguel de Unamuno, Alfonso Reyes, Manuel de Falla, Juan Ramón Jiménez, José Ortega y Gasset, Rafael Alberti, entre muchos otros.
El franquismo tiene el dudoso mérito de haber sido quien destruyó la ILE, persiguió, asesinó o expulsó a sus frutos, pretendiendo demoler sus cimientos y quemar sus simientes:

Desde el punto de vista cultural … devolvería al país al antiguo régimen. Se satanizaron tanto las personas como las realizaciones de la II República, tal y como puede apreciarse en la orden de 7 de diciembre de 1936, cuando al analizar las causas de la situación en que se encontraba el país, no se dudaba en señalar que eran precisamente los profesores y los intelectuales próximos a la ILE quienes más responsabilidades tenían: «los individuos que integran esas hordas revolucionarias, cuyos desmanes tanto espanto causan, son … los hijos espirituales de catedráticos y profesores que a través de instituciones como la llamada Institución Libre de Enseñanza, forjaron generaciones incrédulas y anarquistas». [… ] La política educativa del nacional-catolicismo encontraba su sentido en la destrucción, en el desmantelamiento de toda la obra anterior.” (E. Martínez-Salanova) (énfasis de JCP)

La influencia del krausismo español sobrepasó el mundo académico e intelectual, haciéndose presente en la política activa mediante un grupo de liberales reformistas inspirados por las enseñanzas de Julián Sanz del Río. Es que el regeneracionismo parecía ajustarse a las necesidades de ciertas naciones que parecían haber perdido el rumbo.
La deuda que España tiene con la ILE no puede medirse en términos cuantatativos. La magnitud de la obra y los intelectuales que se formaron en ella o contribuyeron a la cultura hispánica, es imposible de exagerar. Quizás por ello, el crimen del franquismo es aún más atroz. Es un consuelo egoista decir que gracias a ello nuestra nación se colmó de intelectuales y artistas que lograron escapar de la persecución franquista. Ello es objeto de estudio del próximo capítulo.
Creemos que la inclusión de este capítulo sobre educación krausista, era una deuda que desde las ciencias de la educación se tenía con este movimiento tan importante en Hispanoamérica. La experiencia de España en cuanto a renovación política y la de la ILE de Giner, muestra no sólo un ejemplo exitoso, sino también un precursor de ideas pedagógicas que otros movimientos, como la Escuela Nueva, implementan más tarde: lo que hoy llamamos educación para la vida, coeducación y otras conquistas, debe guardar gratitud a los krausistas.

Bibliografía
ÁLVAREZ LÁZARO, Pedro F. (2005): La masonería, escuela de formación del ciudadano: la educación interna de los masones españoles en el último tercio del siglo XIX. Instituto de Investigación sobre Liberalismo, Krausismo y masonería, Universidad Pontifica de Comillas (3ª ed). Recup de http://books.google.com/books?id=u5G5Y1b3EwYC&lpg=PP1&hl=es&pg=PP1#v=onepage&q&f=false 

Jiménez García Antonio (1985): El krausismo y la Institución Libre de Enseñanza. Prólogo de José Luis Abellán. Madrid: Cincel

JIMÉNEZ GARCÍA, Antonio (1996): El krausopositivismo de Urbano González Serrano. Badajoz (España): Departamento de Publicaciones, Diputación Prov (Colección Historia nº 11). (322 pp) Recup. 18.5.2011 del sitio http://personal.telefonica.terra.es/web/joaquin-sarro/krausopositivismo.htm  En el cap. III de este libro estudia el krausopositivismo en general, movimiento en el cual desemboca prácticamente todo el krausismo español.
JIMÉNEZ-LANDI, Antonio (1996): La institución libre de enseñanza y su ambiente: Los orígenes de

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