COMPAGNI, Dino (1983): Crónica de los Blancos y los Negros. Estudio preliminar, notas y traducción: José Luis Romero. Bs As: Centro Editor de América Latina (Orig.: siglo XIV). (Publicado inicialmente en Bs As: Nova, 1948, 195 páginas).
El libro se encuentra completo en italiano en el sitio: http://it.wikisource.org/wiki/Cronica_delle_cose_occorrenti_ne'_tempi_suoi
(Joya de la literatura universal, traducida y comentada por José Luis Romero, muy reconocido como medievalista. El siguiente es un extracto de su prólogo).
Compagni es más historiador que cronista. Narra hechos seleccionados, los que considera necesarios para explicar cierto proceso histórico.
La rivalidad entre el Imperio y el Papado convulsionó la vida italiana por espacio de dos siglos: los partidarios del emperador – los gibelinos – se aferraban a las tradiciones de la aristocracia feudal; los güelfos, apoyados por el Vaticano, representaban los intereses de la naciente burguesía comercial. Esta lucha alcanzó su punto álgido en Florencia, donde un artesanado emprendedor e inteligente echaba las bases de la sociedad moderna. El triunfo de los güelfos fue allí rotundo, determinando el establecimiento de una república dominada por la oligarquía mercantil.
Ya la larga lucha que por tantos años había puesto frente a frente al imperio y al papado con sus partidarios, en un caso los gibelinos en otro los güelfos, comenzaba a menguar, tras la muerte del emperador Federico II en 1250, pero los partidos mantenían en cada ciudad su antigua hostilidad, agudizada por los rencores y las rivalidades, aunque cambiando poco a poco sus contenidos ideológicos; en general mostrábanse los güelfos ahora rivales de los gibelinos no tanto por su adhesión al papado como por defender las aspiraciones democráticas de la burguesía, amenazadas por las aspiraciones feudales de los gibelinos. Así, la lucha continuó entre las facciones y siguió ensangrentando las ricas ciudades italianas.
Ahora, la ventaja comenzó a estar de parte de los güelfos. Los emperadores que siguieron a Federico II no pudieron bajar a Italia para afirmar sus derechos y defender a sus partidarios, debido a los conflictos que el poder imperial suscitara en la propia Alemania; en cambio los güelfos contaron con la ayuda del papado, fuerte entonces con el auxilio militar que le prestaba Carlos de Anjou, nuevo rey de las dos Sicilias. En 1294 llegaba al trono pontificio Bonifacio VIII, y con él triunfaba la tesis de la autocracia universal, más admisible ahora que parecía caído el poder secular con la declinación del imperio. Pero el poder secular contaba con el auxilio del rey de Francia, Felipe el hermoso, emprendiendo una ofensiva contra el papado. Recurriendo a la violencia puso al papado bajo su influencia instalándolo en Avignon.
Dentro de este cuadro se producen en Florencia los acontecimientos que Compagni relata. También allí habían sido violentas las luchas entre ambas facciones y habían prevalecido los güelfos, que gobernaban omnímodamente. Organizaron la ciudad y comenzaron a ascender los núcleos burgueses vinculadas a las artes (oficios y artesanías) más poderosas; detrás de los órganos políticos de la república, los güelfos eran un Estado dentro del estado, cerrando el camino a todo intento de restauración gibelina.
Con todo, pesaban sobre la burguesía florentina los privilegios de la antigua nobleza, disfrazada y vigilante. Para contenerla, las artes se organizaron y ofrecieron batalla, logrando establecer un régimen propicio, con lo cual pudieron sancionar las Ordenanzas de Justicia (año 1294), que vedaban a la antigua nobleza el acceso al poder y las ponían en situación de inferioridad. La república quedó organizada y comenzó para Florencia una era de renovada prosperidad, aunque breve.
Pero el partido triunfante se dividió en blancos (sostenedores de la pureza republicana y negros (continuadores de las tendencias aristocráticas). La antigua nobleza, enquistada dentro de la fracción de los negros, se reorganiza. Aprovechando un momento de auge del papa Bonifacio VIII, tratan de obtener su ayuda argumentando que los blancos en realidad simpatizaban con los gibelinos. La acusación era tendenciosa, y con ella se trataba de ocultar la lucha por el poder que se había entablado entre fuerzas sociales y económicas en conflicto; pero Bonifacio VIII creyó esa interpretación de los hechos y apoyó a los negros. Con su intervención, el poder de Florencia pasó a manos de este grupo, a principios del siglo XIV.
Dino Compagni que formaba parte del gobierno anterior, si bien no fue expatriado como muchos de sus compañeros, quedó relegado en la sombra hasta el fin de sus días. En su forzado retiro escribió la crónica de las luchas intestinas que determinaron la ruina de la república florentina. Dante y Guido Cavalcanti formaban parte del mismo grupo.
En los siguientes años pareció que los güelfos podrían volver a prevalecer, cuando Enrique VII, conde de Luxemburgo, accede al trono imperial y se mostraba favorable a los intereses de los blancos, pero su muerte prematura interrumpió el proceso esperado.
En la época en que Dino Compagni comienza a componer, en lengua toscana, su crónica, estos es en los primeros años del siglo XIV, Italia pasaba por una época de extraordinario vigor intelectual.
Notas
Federico II Hohenstaufen (1194-1250). Fue Rey de Sicilia, Chipre y Jerusalén, además de Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Nieto de Federico Barbarroja y una de las figuras más interesantes de la historia universal por sus cualidades extraordinarias y su carácter excéntrico y adelantado a su época. Se le llamó asombro del mundo.
Brunetto Latini. Ver GODBARGE, Climent (2005) Brunetto Latini y la reconstrucción del ethos republicano. Foro interno 2005, 5, 85-111 Se encuentra on-line en el sitio: http://revistas.ucm.es/cps/15784576/articulos/FOIN0505110085A.PDF (recuperado 28.5.2009)
Enrique VII (1275-1313). Conde de Luxenburgo y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Se enfrentó al expansionismo de Francia y trató sin éxito de recuperar la influencia que había perdido el título imperial, especialmente en Italia, donde destacó el enfrentamiento que mantuvo con el papa Clemente V, los gobernantes de la ciudad de Florencia y con el rey Roberto de Napoli. Enrique es el famoso alto Arrigo en el Paradiso de Dante, donde se señala el puesto de honor que espera a Enrique en el cielo. En el Purgatorio alude a él como el salvador que devolverá el gobierno imperial a Italia, y terminará con el control temporal de la iglesia. El éxito de Enrique VII en Italia no duró, y tras su muerte las tropas anti-imperiales recuperaron el control de la península.
Otro buen trabajo sobre Dante, los güelfos y gibelinos y el contexto de la época, puede encontrarse en: http://quemequitenlosudado.blogspot.com/2006/10/dante-alighieri.html
Betancourt Mendieta, Alexander (2001): Historia, ciudad e ideas: la obra de José Luis Romero, UNAM, 2001.