Manon Lescaut.
Durante el siglo XVIII, frente al Iluminismo y a la novela filosófica, surgen en Francia algunas formas narrativas ‘de oposición’, tendencias literarias que no confían en el poder omnímodo de la razón ilustrada y que luego encuentran su plenitud con el romanticismo. Tal vez la ‘novela de sentimiento’ que preanuncia tanto la novela psicológica como la rosa, haya trazado entonces su huella más profunda. Sus mayores exponentes fueron Pierre de Marivaux y el Abate Prévost. Éste publicó en 1731
Prévost moderniza las circunstancias de la novela, reemplaza los piratas por la policía, los castillos por el hospicio o la prisión, los infortunios maravillosos por el malestar económico y por la crisis moral de su tiempo, dando a la novela un rostro social.
La novela de Prévost resultaba mucho más creíble por su fluidez e incluso el descuido de su estilo respecto a una narrativa que corría en desventaje respecto al ensayo en mommentos en que imperaba el iluminismo. Tenía el atractivo de una ‘novela de sentimiento' de la que Manon es arquetipo y la información franca sobre el modo en que la sociedad y los personajes funcionan. Se contradecía la versión oficial, optimista, de la colonia francesa (Lousiana) en norteamérica, que ofrecía la compañía encargada de la colonización, en los mismos años en que aparece la novela.
Estas novelas de tono sentimental alcanzaron notable importancia en el movimiento romántico y culminan con la producción en masa de la novela rosa. Ya en Manon se encuentra una retórica lacrimógena y superlativista.
Prévost (1697-1763) en su vida refleja muchas de las peripecias de su personaje. Fue sacerdote de diversas órdenes, en las cuales no siempre terminó bien, tanto por sus inestabilidad como por conflictos amorosos y hasta defraudaciones que lo llevaron a la cárcel. Reconciliado con