Seguidores y subscriptores


HISTORIA DE LA EDUCACIÓN

Seminario optativo de la Maestría en Educación Universitaria

22 diciembre, 2006

Egipto: piedra Rosetta

Egipto, Piedra de Rosetta

FAIRFAX, Ferdinand (Director) (2005): El misterio de la piedra Rosetta, Serie: los misterios de Egipto cap 5 de 6  (Orig: The Mystery of the Rosetta Stone. Comentarios, apéndice y glosario por JC Paradiso para uso interno de la cátedra. Egypt. Series producer Paul Broadshaw, BBC /TLC / ZDF / France 2 Co-production Duración total: 49 minutos.

 

Desde hace mucho se conocían los monumentos egipcios, pero no por qué estaban hechos. Sin duda la respuesta estaba en los libros sagrados de los faraones: los jeroglíficos. Durante siglos, los eruditos habían fracasado en descifrarlos.

Probablemente el primer erudito que intentó descifrar los jeroglíficos fue el jesuita alemán Kircher en el siglo XVII. A pesar de que sus esfuerzos fueron vanos, Kircher tenía razón en una cosa: la identidad del antiguo egipcio y del copto. El siguiente paso útil lo dio el abate francés Barthélémy, quien en el siglo XVIII intuyó que los cartuchos que aparecen frecuentemente en los textos jeroglíficos encierran nombres de faraones. 

Hizo falta una guerra. Napoleón Vs el imperio británico. La batalla por los jeroglíficos arreció después de la guerra entre dos de las mentes más brillantes de Europa. Por parte de Francia un humilde joven que era un genio de las lenguas: Jean François Champollion; por parte de Inglaterra: el científico Thomas Young.

La pista más importante era una piedra con inscripciones.

 

Napoleón invadió Egipto en 1798 y descubrió una civilización perdida. Llevaba siglos prácticamente aislada de los europeos; cuando los franceses vieron las pirámides de Giza se quedaron asombrados. 4500 años después de su edificación, la gran pirámide seguía siendo la construcción más alta del mundo.

 

Bajo la arena estaba una piedra con tres tipos de inscripciones: jeroglíficos en la parte superior, otro texto en una lengua entonces desconocida, y en la parte inferior otro en griego antiguo.

La piedra de Rosetta contiene un decreto de Ptolomeo V promulgado el año 196 antes de Cristo y escrito en jeroglíficos, en demótico -una escritura cursiva popular de época tardía y en griego.

Napoleón había llevado científicos para estudiar la antigua cultura egipcia. Los lingüistas sabían que traduciendo la inscripción en griego podrían saber qué decían los otros dos idiomas.

Pero estaba el almirante Horacio Nelson. En la batalla del Nilo, de 1798, Nelson atacó a la flota francesa en Alejandría y la destruyó, acorralando a sus tropas en Egipto. Después de 3 años de asedio, finalmente los franceses fueron expulsados de Egipto, y todo lo conquistado por Napoleón pasó a manos de Gran Bretaña.

Pero los franceses habían hecho copias de la piedra. Los mejores lingüistas y expertos en códigos de París ya estaban intentando descifrarla. Entre ellos un académico llamado Silvestre de Sasi, pero no lograba descifrar ningún significado y en su opinión eran simples símbolos místicos.

Pero lejos de allí, en provincias, había un niño prodigio, Jean François Champollion. A los 16 años hablaba 6 lenguas antiguas. 

Fig: Champollion (adulto) en una pintura de su época

Preocupado por conocer la antigüedad del mundo creía que la respuesta estaba en descifrar la lengua de la civilización que se creía más antigua.

La inscripción en griego sugería que se trataba de un documento propagandístico del faraón Ptolomeo V. Cuando encargó que se hiciera, en el 196 a.C., Egipto estaba en apuros. En 332 aC. Egipto había sido conquistado por Alejandro Magno, imponiendo un faraón y convirtiendo al griego en la lengua de la clase dirigente. La nueva aristocracia no hablaba la lengua local ni sabía leer los jeroglíficos y su presencia alimentó el resentimiento en Egipto.

En tiempos de Ptolomeo V el país estaba en rebeldía. Movido por la desesperación Ptolomeo erigió lozas de piedra en los templos de todo el país, en las que exaltaba sus virtudes y se reivindicaba como auténtico faraón.

La piedra Rosetta no reflejaba el glorioso pasado de los faraones, sino un símbolo patético de la decadencia de Egipto. Sus escritos pronto se volvieron oscuros e indescifrables.

Chambollion encuentra una palabra dentro de un cartucho (rodeada por un círculo alargado) que podría significar un rey, probablemente Ptolomeo. Buscando en la parte griega del documento, intenta deducir el resto, pero sin saber si la escritura debía leerse en sentido izquierda-derecha o inversamente.

Los ingleses, mientras tanto, saben que los franceses llevan ventaja y convocan al brillante científico Thomas Young.

La ventaja de los británicos era poseer la piedra en el museo británico.

Pero el gran problema era que nadie sabía exactamente qué tipo de simbolismo representaban los jeroglíficos: dibujos, ideas, palabras, letras. La creencia más extendida era que se trataba de símbolos impronunciables.

En Paris, el científico Sasi no había tenido éxito en intentar descifrar los jeroglíficos, creyendo que eran sólo símbolos representando quizás ideas pero no palabras y letras.

Young empieza por las matemáticas, contando cuántas veces se repite cada palabra en el fragmento griego y luego buscando los jeroglíficos que se repetían en igual número.

Champollion como lingüista dirige su atención a las lenguas antiguas de Egipto, especialmente al copto, la lengua de los cristianos de Egipto, que se seguía hablando en iglesias de los cristianos coptos. A través de la comparación con el copto intentaría hacer coincidir sus sonidos con los jeroglíficos, para descifrarlos. Esto podría hacerse si los jeroglíficos fueran una versión antigua del egipcio común, lo cual significaría que los jeroglíficos son la grafía de una lengua. Por ejemplo, el sol se pronuncia Rae en copto.

Mientras tanto Young empieza a publicar sus importantes progresos. Descubre que las cabezas de los animales en los jeroglíficos debían mirar hacia el lado donde debe comenzar la lectura: a veces miraban hacia la derecha y otras hacia la izquierda. Así sugirió cómo se escribía el nombre de Ptolomeo en jeroglífico.

La derrota de Waterloo significó el fin de la breve república francesa. Por su militancia revolucionaria, Jean François es exonerado de la universidad y debe volver transitoriamente a su pueblo natal.

En un Obelisco egipcio de la isla de Filae se encuentran inscripciones jeroglíficas, cuyas copias llegaron a manos de los investigadores ingleses y franceses. En la base tenía una inscripción en griego en la que se menciona a Cleopatra.

Young deduce que en los jeroglíficos el nombre debería estar en un cartucho, parte destacada del jeroglífico que estaba rodeada por el dibujo de un círculo o cilindro.

Al regreso de su exilio Champollion sigue progresando y también descubre que la inscripción jeroglífica contenía el nombre de Cleopatra. Cleopatra es un nombre en griego moderno y lo que deduce Champollion era que había sido traducido a los jeroglíficos.

Champollion había elaborado un hipotético alfabeto de jeroglíficos y, con el cartucho de Cleopatra comprobó que era correcto. No sólo había llegado por deducción, sino que se había valido del copto y del egipcio común para descubrir el sonido preciso de cada jeroglífico.

Al contrario que sus predecesores, Champollion abordó el problema contando con una adecuada formación filológica, ya que estaba convencido de que Kircher tenía razón, y por ello había aprendido copto. Por otro lado, también tuvo la intuición de comprender la capital importancia de las inscripciones del obelisco de la isla de Filas. Este obelisco posee una inscripción griega en la que se lee el nombre de un rey Ptolomeo y de Cleopatra, y una inscripción jeroglífica en la que hay dos cartuchos distintos, uno de ellos idéntico a los cartuchos de la piedra de Rosetta. Champollion dedujo correctamente que los dos cartuchos del obelisco de Filas habían de contener los nombres de Ptolomeo y de Cleopatra, y que si el que era idéntico a la piedra de Rosetta era el de Ptolomeo, el otro había de ser necesariamente el de Cleopatra.

De la comparación de ambos cartuchos, Champollion pudo deducir, con absoluta certeza, los valores fonéticos de los primeros signos jeroglíficos descifrados. Este hecho tuvo lugar en enero de 1822, y a partir de este momento, apoyándose siempre en los signos de valor fonético conocido, Champollion pudo progresar rápidamente. La clave de la cuestión le llegó el mes de septiembre: se trataba de la copia de unas inscripciones del templo de Abu Simbel, con los cartuchos de faraones muy antiguos, antes de que los griegos o los romanos hubieran estado allí, por lo cual los jeroglíficos no estaban deformados ni influenciados por otras culturas.

Champollion descubre que se trata de los faraones Ramsess y Tutmosis. Gracias a sus conocimientos religiosos, históricos y filológicos, Champollion pudo no sólo identificar a estos faraones sino también traducir sus nombres y comprender por fin el complejo funcionamiento del sistema, a la vez ideográfico y fonético, incluso en una sola palabra. (J. PADRÓ, 1990)

En primer lugar, comparó el número de caracteres egipcios con el de palabras griegas: 1.419 caracteres egipcios y 486 palabras griegas; por lo tanto, los jeroglíficos no podían representar palabras, sino fragmentos de palabras. Además, se fijó especialmente en aquellos grupos de símbolos jeroglíficos que aparecían en un círculo (cartuchos) y que, según se pensaba, debían designar nombres de personajes que reinaron. Por lo tanto, hacían referencia a nombres propios que tanto en griego como en jeroglífico se deberían pronunciar del mismo modo.

Si el texto griego hablaba de una alabanza al rey “Ptolmis” (Ptolomeo), descendiente del general de Alejandro Magno, no costaría demasiado localizar los correspondientes cartuchos para comprobar que, efectivamente, los egipcios podían también hacer referencia a una entidad del mundo real (por ejemplo el faraón) a través, no de uno, sino de más de un símbolo. ¿Se podría hablar pues de la existencia de símbolos que representarían sonidos como en nuestros alfabetos?

El hecho de que la palabra “faraón” (Ptah) y el mismo nombre del faraón (Ptolemeu) presentaran los dos mismos símbolos iniciales (p y t), parecía responder afirmativamente a esta pregunta. Para reforzar el planteamiento, Champollion sólo debía fijarse en nombres de regentes en otras fuentes que compartieran el máximo de letras con el cartucho de Ptolmis. En el obelisco Filas aparecía el nombre de Cleopatra, que ofrecía hasta cuatro letras comunes (p, t, o y l). (E. tapia, 2006)

 

Se sabe que cuando J-F comunica a su hermano que ha descubierto la clave de los jeroglíficos – 24 años después del descubrimiento de la piedra – sufre un desmayo. De alguna manera estaba anunciando nuevas dificultades que esperaban al joven investigador.

Por otra parte, ya la iglesia católica se había alertado contra sus descubrimientos, porque los exégetas, fechaban el diluvio universal en el año 2349 aC. Si los jeroglíficos demostraban que la civilización egipcia había comenzado antes que el diluvio y no se vio afectada por él, la iglesia se enfrentaría a un grave problema. Para la iglesia de aquellos tiempos, la Biblia era históricamente precisa, de manera que si el código de los faraones era correcto y mostraba una contradicción, las verdades inmutables de la Biblia se verían afectadas.

 

Apéndice:

Las disputas más recientes por la piedra de Rosetta son expresión de los azarosos caminos de la política, las alianzas y las políticas de descolonización que integran el discurso de los países occidentales. La piedra visitó el Museo del Louvre

he Stone left the British Museum again in October 1972 to be exhibited for one month at the Louvre Museum on the 150th anniversary of the decipherment of hieroglyphic writings with the famous Lettre a M Dacier of Jean-François Champollion.

In July 2003, Egypt demanded the return of the Rosetta Stone. Dr. Zahi Hawass, secretary general of the Supreme Council of Antiquities in Cairo, told the press: "If the British want to be remembered, if they want to restore their reputation, they should volunteer to return the Rosetta Stone because it is the icon of our Egyptian identity." In 2005, Hawass was negotiating for a three-month loan, with the eventual goal of a permanent return.[4][5] In November 2005, the British Museum sent him a replica of the stone

 

Bibliografía y fuentes

FAIRFAX, Ferdinand (Director) (2005): El misterio de la piedra Rosetta, en los misterios de Egipto cap 5 de 6. Guión: RICH, Jonathan

BBC los misterios de Egipto cap 6 de 6: El secreto de los jeroglificos (The secrets of the Hieroglyphs). (son dos videos diferentes, uno continúa al otro, pertenecientes a la serie: Misterios de Egipto Doblados al español en España).

PADRÓ, Joseph, El País (España) 10/08/1990. Josep Padró es egiptólogo y miembro de la misión española en Heracleópolis Magna.

TAPIA, Eduard (2006) http://www.portaleureka.com/accesible/linguistica/108-el-desciframiento-de-la-piedra-de-rosetta

 

No hay comentarios.: