BURKE, Peter (1993): El Renacimiento. Barcelona: Editorial Crítica (Orig.: The Renaissance, Macmillan Education, Ltd. London, 1987). Cap 1 y 2, pp 7-48 Selección, resumen y notas para uso de la cátedra.
Peter Burke. Inglés (N: 1937) educado por los jesuitas en Oxford. Es reconocido como historiador especialmente de los tiempos modernos tempranos, además de ser uno de quienes enfatiza la relevancia de la historia social y cultural.
Peter Burke. Inglés (N: 1937) educado por los jesuitas en Oxford. Es reconocido como historiador especialmente de los tiempos modernos tempranos, además de ser uno de quienes enfatiza la relevancia de la historia social y cultural.
1
EL MITO DEL RENACIMIENTO
Los historiadores actuales ponen en tela de juicio los espectaculares contrastes que se señalan entre la Edad Media y el Renacimiento, que no tienen en cuenta las innovaciones que se realizaron durante la Edad Media, la pervivencia de actitudes tradicionales en el siglo XVI y más tarde. También los personajes del Renacimiento – como los relata el mito – son sobrehumanos. El mismo relato explica y justifica a la vez el mundo moderno. Es un relato simbólico, en el sentido que describe un cambio cultural utilizando las metáforas o alegorías del despertar y del renacer. Se trataba de un retorno a la edad de oro (la Antigüedad – que vuelve a emerger de la edad oscura.
El movimiento que se describe era de carácter intelectual y artístico más que político o religioso. Pero, como otros hijos que se rebelan contra la generación de sus padres, esos hombres tenían contraída una gran deuda con la Edad Media que tan a menudo denostaban. A la fórmula de la restauración de las artes y del resurgimiento de la Antigüedad clásica, los historiadores ‘pro renacentistas’ como Burckhardt (siglo XIX) le agregan el individualismo, realismo y modernidad. Estos historiadores del siglo XIX creaban así su propio mito de una edad de oro. Pero esta visión se ha erosionado, especialmente por la investigación de los medievalistas, cuyos argumentos se pueden resumir en dos líneas:
En primer lugar, los llamados ‘hombres del Renacimiento’ eran en realidad bastante medievales. Su pensamiento y conducta eran más tradicionales y vecinos a lo que ellos llamaron la ‘época oscura’. Incluso hasta ‘El Príncipe’ de Maquiavelo (mucho más tardío) pertenece hasta cierto punto a un género medieval, el de los ‘espejos’ o libros de aviso para gobernantes.
En segundo lugar, el Renacimiento no fue un acontecimiento singular; existieron varios ‘renacimientos’, especialmente en el siglo XII y en la época de Carlomagno. Para Toynbee es un error en cuanto consideramos un acontecimiento único lo que en realidad no es más que una manifestación concreta de un fenómeno histórico recurrente.
Para Burke puede aceptarse el término Renacimiento no como una aislada ‘época de oro’ milagrosa, ni como la súbita aparición de la modernidad, sino para referirnos a un determinado cúmulo de cambios en la cultura occidental, como un concepto organizativo que aún tiene utilidad.
EL MITO DEL RENACIMIENTO
Los historiadores actuales ponen en tela de juicio los espectaculares contrastes que se señalan entre la Edad Media y el Renacimiento, que no tienen en cuenta las innovaciones que se realizaron durante la Edad Media, la pervivencia de actitudes tradicionales en el siglo XVI y más tarde. También los personajes del Renacimiento – como los relata el mito – son sobrehumanos. El mismo relato explica y justifica a la vez el mundo moderno. Es un relato simbólico, en el sentido que describe un cambio cultural utilizando las metáforas o alegorías del despertar y del renacer. Se trataba de un retorno a la edad de oro (la Antigüedad – que vuelve a emerger de la edad oscura.
El movimiento que se describe era de carácter intelectual y artístico más que político o religioso. Pero, como otros hijos que se rebelan contra la generación de sus padres, esos hombres tenían contraída una gran deuda con la Edad Media que tan a menudo denostaban. A la fórmula de la restauración de las artes y del resurgimiento de la Antigüedad clásica, los historiadores ‘pro renacentistas’ como Burckhardt (siglo XIX) le agregan el individualismo, realismo y modernidad. Estos historiadores del siglo XIX creaban así su propio mito de una edad de oro. Pero esta visión se ha erosionado, especialmente por la investigación de los medievalistas, cuyos argumentos se pueden resumir en dos líneas:
En primer lugar, los llamados ‘hombres del Renacimiento’ eran en realidad bastante medievales. Su pensamiento y conducta eran más tradicionales y vecinos a lo que ellos llamaron la ‘época oscura’. Incluso hasta ‘El Príncipe’ de Maquiavelo (mucho más tardío) pertenece hasta cierto punto a un género medieval, el de los ‘espejos’ o libros de aviso para gobernantes.
En segundo lugar, el Renacimiento no fue un acontecimiento singular; existieron varios ‘renacimientos’, especialmente en el siglo XII y en la época de Carlomagno. Para Toynbee es un error en cuanto consideramos un acontecimiento único lo que en realidad no es más que una manifestación concreta de un fenómeno histórico recurrente.
Para Burke puede aceptarse el término Renacimiento no como una aislada ‘época de oro’ milagrosa, ni como la súbita aparición de la modernidad, sino para referirnos a un determinado cúmulo de cambios en la cultura occidental, como un concepto organizativo que aún tiene utilidad.
2
Italia. Resurgimiento e innovación
Observando el curso del cambio cultural italiano en los tres siglos que van del 1300 al 1600, veremos que los logros fueron colectivos, dado que se trabajaba en pequeños grupos y que cada generación creaba a partir de las obras de sus predecesores. En su mayoría eran varones. Un buen punto de partida puede ser destacar el entusiasmo por imitar la Antigüedad en diferentes campos. En la arquitectura es más obvia la recuperación de las formas griegas y romanas. En Italia se conservaban más o menos intactas diversas construcciones clásicas, como el Panteón, el Coliseo, el Arco de Constantino y el teatro de Marcelo, todas éstas en Roma.
Italia. Resurgimiento e innovación
Observando el curso del cambio cultural italiano en los tres siglos que van del 1300 al 1600, veremos que los logros fueron colectivos, dado que se trabajaba en pequeños grupos y que cada generación creaba a partir de las obras de sus predecesores. En su mayoría eran varones. Un buen punto de partida puede ser destacar el entusiasmo por imitar la Antigüedad en diferentes campos. En la arquitectura es más obvia la recuperación de las formas griegas y romanas. En Italia se conservaban más o menos intactas diversas construcciones clásicas, como el Panteón, el Coliseo, el Arco de Constantino y el teatro de Marcelo, todas éstas en Roma.
Figura: Panteón (Roma)
A la vez, las condiciones climáticas permitían la imitación de estos edificios. Generaciones de arquitectos fueron a Roma para imitar los principios sobre los cuales estaban construidos los monumentos, además de contar con un tratado de arquitectura de Vitrubio donde explicaba las reglas para el uso correcto de las ‘tres órdenes’, es decir las columnas dóricas, jonias y corintias. Mientras muchas obras continuaron la línea clásica, Bramante rompe con la tradicional planta cruciforme de las iglesias medievales, para adoptar la planta circular de un templo romano. De allí el apelativo de Tempietto de la iglesia dórica que construyó.
En el caso de la escultura, sin contar con un tratado, los modelos clásicos sirvieron. Los nuevos géneros de la escultura renacentista eran por lo general reediciones de los géneros clásicos, como los bustos, los monumentos ecuestres y las figuras o grupos con representaciones de la mitología, como el Baco de Miguel Ángel.
En el caso de la escultura, sin contar con un tratado, los modelos clásicos sirvieron. Los nuevos géneros de la escultura renacentista eran por lo general reediciones de los géneros clásicos, como los bustos, los monumentos ecuestres y las figuras o grupos con representaciones de la mitología, como el Baco de Miguel Ángel.
Figura: La Primavera (Botticelli)
Con respecto a la pintura fue más difícil encontrar modelos. La pintura clásica era casi desconocida en la época y continuó siéndolo hasta las excavaciones de Pompeya, a finales del siglo XVIII. Los pintores hacían que sus modelos posasen al estilo de las esculturas clásicas más famosas, o trataban de reconstruir las pinturas clásicas pérdidas a partir de las descripciones presentes en textos literarios. Lo mismo se intentó en la música, intentando recrear el viejo estilo a partir de fuentes literarias clásicas. Se estimula el retrato como género independiente, imitando cabezas de emperadores que aparecían de perfil en las monedas romanas, y se prolongaban a manera de busto por debajo de los hombros. No fue hasta 1500 cuando Leonardo, Rafael y otros prescindieron de este convencionalismo para producir obras sin ningún precedente clásico, en las que el modelo aparecía de frente o mostraba tres cuartas partes de su rostro, o con planos de medio cuerpo o de cuerpo entero, sentado o de pie, conversando con sus amigos o dando órdenes.
En la pintura se produjo el crucial re-descubrimiento de las leyes de la perspectiva lineal. Se supone que las leyes eran conocidas por los antiguos, pero se habían perdido y fueron vueltas a formular por Brunelleschi y sus amigos. Esto pone de manifiesto la afinidad entre ambas épocas y sugiere que estos paralelismos no pueden explicarse sólo en términos de imitación. La preocupación por hacer obras que se parecieran a la realidad, fue llamada ‘realismo’, pero éste es un término relativo, lo mismo que la aparente ‘fidelidad a la naturaleza’ en cuanto la representación del mundo significa siempre aceptar unos valores determinados y rechazar otros.
En esa época las pintura, escultura y arquitectura eran llamadas ‘artes mecánicas’ (a pesar de las quejas de Leonardo y otros), junto con la agricultura, técnicas textiles y de navegación. Aún gozaban de mayor prestigio las ‘artes liberales’ y eran esas ‘buenas letras’ (lengua, literatura y enseñanza) lo que debía florecer. El sesgo de la información que nos llega es porque los artistas sólo nos dejan sus obras, y escasamente dejan escritos su pensamiento acerca del arte, mientras que son los escritores los que dejan testimonio escrito. Las artes mecánicas y las artes liberales son las dos vertientes del Renacimiento, que veremos más abajo.
El idioma básico que se benefició de ese renacer no fue el italiano, sino el latín clásico. El latín medieval se consideraba bárbaro, por lo cual la ambición ahora era usar un latín digno de Cicerón. Pasaron más de 100 años desde las primeras comedias renacentistas en latín clásico hasta sus equivalentes en italiano. Los intelectuales recuperaron también los principales géneros literarios de la antigua Roma: la épica, la comedia, la oda, la pastoral, etc. Petrarca escribió una epopeya en latín, África, basada en la vida del general romano Escipión el africano, imitando la Eneida de Virgilio, en la que se narran hazañas heroicas siguiendo una serie de convenciones, entre ellas empezar por la mitad, con posteriores flash-back y alternar hazañas en la tierra con el consejo de los dioses.
La Jerusalén liberada, de Tasso (1581) narra la primera cruzada; es una de las epopeyas renacentistas más profundamente cristianas y clásicas a la vez.
Con frecuencia las ideas se plasmaban en forma de diálogos, inspirados en la obra de escritores antiguos como Platón y Cicerón.
La educación Humanista
Humanismo es un término algo elástico. El adjetivo ‘humanista’ se originó en el siglo XV y formaba parte del argot de los estudiantes universitarios, que designaban con ella al profesor de ‘humanidades’, de los studia humanitatis, antigua expresión romana que englobaba un conjunto de cinco disciplinas: gramática, retórica, poética, historia y filosofía moral.
¿Qué era lo específicamente humano de las humanidades?. Una explicación es que ‘perfeccionan al hombre’. La idea fundamental era que el hombre se distinguía de los animales en primer lugar por su capacidad de hablar, y por lo tanto distinguir el bien del mal. Por eso era fundamental el estudio de las materias del lenguaje y la ética. La hstoria y la poesía se consideraban ética aplicada, enseñando a seguir los buenos ejemplos.
…
Así pues, parece evidente que entre los estudios que el movimiento humanista consideraba importantes no se encontraba la ciencia (y que a la sazón se conocía como ‘filosofía natural’). Sin embargo, algunos humanistas destacados, como Alberti, estaban interesados en las matemáticas. Sea como fuere, la recuperación de textos de los antiguos sobre matemáticas, medicina, astronomía, astrología y magia, formaba parte del programa humanista. De manera que hubo un Renacimiento matemático, científico e incluso mágico.
También se intentó imitar el sistema educativo de la antigua Roma. Entre los pioneros: Vittorino da Feltre, en Mantua, Guarino da Verona. Con el nuevo sistema se enseñaba a los alumnos a hablar, leer y escribir en latín clásico, lo que significaba primar las humanidades en detrimento de otras disciplinas, especialmente la lógica, atacada por ser considerada fútil, ‘meros sofismas’ y de necesitaba el empleo de términos técnicos ‘bárbaros’ (es decir, no clásicos) tales como sustancia, accidentes, esencia, etc.
También se podía estudiar griego clásico en algunas escuelas y universidades, pero con menos entusiasmo. Los primeros profesores eran refugiados procedentes del imperio bizantino, a medida que los turcos se iban apoderando de territorios, mucho antes de la caída de Constantinopla. La lectura de obras en griego puso en tela de juicio las traducciones latinas de los textos clásicos, algunos a través de versiones árabes. Se niega que Aristóteles predicara la inmortalidad del alma, poniendo en entredicho toda la síntesis tomista. Incluso los textos latinos tenían diferencias según el copista o las interpretaciones. Esto provocó el desarrollo de técnicas de crítica textual. Por ejemplo se logra demostrar que la ‘Donación de Constantino’, mediante la cual el emperador cedía el centro de Italia al papa y a sus sucesores, no sólo no era de Constantino, sino que había sido escrito varios siglos más tarde.
Los humanistas se sentían muy próximos a los grandes romanos, mientras estaban preocupados por la corrupción de la lengua resultado de la invasión de los bárbaros. La empresa más ambiciosa era la restauración de la antigua Roma. No sabemos hasta qué punto esto era una metáfora. Pero muchos humanistas creían, al igual que los antiguos, en una historia cíclica, como una reencarnación o reaparición de otra época anterior.
Uno de los conceptos claves era el de ‘imitación’, no tanto de la naturaleza sino de los grandes escritores y artistas. (¿Paradójico?) Aunque nosotros pensamos en este período como de innovación y originalidad, los hombres de entonces resaltaron su admiración de los mejores modelos antiguos, aunque la imitación no significara esclavitud. Para usar una de las metáforas de la época, imitar no era remedar, sino que consistía en asimilar el modelo, convirtiéndolo en propio y, a ser posible, superarlo. Son varios los ejemplos (en arte o literatura) de falsas antigüedades que eran producidas por Miguel Ángel u otros humanistas. A su vez, se alzaban algunas críticas contra la imitación demasiado servil.
En realidad, Italia y el mundo habían cambiado. Y los humanistas se hallaban mucho más cerca de lo que creían distante (la Edad Media) y más lejos de los que creían próximo (la antigua Roma, de esclavos, senadores, legionarios, latifundios). Pese a su rechazo del pasado reciente, del arte ‘gótico’ de la filosofía escolástica y de la latinidad bárbara, se halaban formados en esa cultura bajomedieval y en muchos aspectos aún pertenecían a ella. Acostumbrados como estaban a la escritura gótica, no les resultó nada fácil leer las antiguas inscripciones romanas. La obra de Ariosto ‘Orlando Furioso’ aunque tratado con demasiada ironía, tiene deuda con la épica clásica pero también con los romances medievales, especialmente del ciclo de Carlomagno (Orlando no es otro que el héroe Rolando); una obra tal sólo puede haber sido escrita por alguien que pertenecía a ambas tradiciones y a ninguna de las dos. El distanciamiento irónico es la única alternativa para un hombre con un pie en cada orilla.
Uno de los inconvenientes que encontraron los escritores renacentistas (especialmente historiadores), es que el latín no tenía palabras para Lombardía, güelfos, gibelinos, musulmanes, artillería, etc. , de manera que no fue posible verter todo el material disponible en un molde clásico.
Las contradicciones eran mayores en religión. Los humanistas eran cristianos, no paganos. Muchos eran clérigos, otros trabajaban al servicio de papas u obispos, uno de ellos se convirtió en papa (Enea Silvio Piccolomini: Pío II), otros diseñaron iglesias o escribieron sobre teología. Esto explica los ‘híbridos culturales’: clásicos en algunos aspectos y cristianos en otros. Por ejemplo, un teólogo humanista podía llamar templo a la iglesia o referirse a la Biblia como un oráculo. Ahora se discute si eran paganos que aparentaban ser cristianos o cristianos que aparentaban ser paganos.
Existía una cierta tensión entre los valores clásicos y los cristianos, que ya se había producido en los albores del cristianismo. Los padres de la Iglesia pertenecían a las dos culturas y trataron de armonizar Atenas y Jerusalén. Jerónimo soñó que era juzgado por ser no cristiano sino ciceroniano. Los padres de la Iglesia resolvieron el conflicto mediante un compromiso, curiosamente expresado por San Agustín en el episodio del ‘expolio de los egipcios’:
"El Nuevo Testamento nos dice que cuando el pueblo de Israel abandonó Egipto se llevaron consigo el tesoro de los egipcios, y de igual manera, los cristianos pueden hacer suyo y adaptar según sus costumbres todo cuanto de valor hubiese en los clásicos paganos"
En todo caso, algunos cristianos primitivos creyeron que los griegos antiguos conocían la verdadera doctrina gracias a los judíos.
Este compromiso resultó sugerente a los humanistas, cuyo problema era diametralmente opuesto: reconciliar la cultura cristiana ocn los redescubrimientos clásicos.
…
Sin embargo, y por muy profundo que fuese el resurgir de la Antigüedad, éste no se llevó a cabo para sustituir al cristianismo. Y esta afirmación implica, por otra parte, desdibujar la distinción entre Renacimiento y Edad Media, ya que las formas clásicas habían sido imitadas (como el nombre lo indica) por el arte románico en los siglos X y XI y también porque en monasterios y universidades medievales se estudiaban los poetas clásicos. No deberíamos contemplar el Renacimiento como una ‘revolución cultural’ sino como un desarrollo gradual donde algunos se sentían insatisfechos con algunos elementos de la cultura bajomedieval y más atraídos por el pasado clásico.
La Jerusalén liberada, de Tasso (1581) narra la primera cruzada; es una de las epopeyas renacentistas más profundamente cristianas y clásicas a la vez.
Con frecuencia las ideas se plasmaban en forma de diálogos, inspirados en la obra de escritores antiguos como Platón y Cicerón.
La educación Humanista
Humanismo es un término algo elástico. El adjetivo ‘humanista’ se originó en el siglo XV y formaba parte del argot de los estudiantes universitarios, que designaban con ella al profesor de ‘humanidades’, de los studia humanitatis, antigua expresión romana que englobaba un conjunto de cinco disciplinas: gramática, retórica, poética, historia y filosofía moral.
¿Qué era lo específicamente humano de las humanidades?. Una explicación es que ‘perfeccionan al hombre’. La idea fundamental era que el hombre se distinguía de los animales en primer lugar por su capacidad de hablar, y por lo tanto distinguir el bien del mal. Por eso era fundamental el estudio de las materias del lenguaje y la ética. La hstoria y la poesía se consideraban ética aplicada, enseñando a seguir los buenos ejemplos.
…
Así pues, parece evidente que entre los estudios que el movimiento humanista consideraba importantes no se encontraba la ciencia (y que a la sazón se conocía como ‘filosofía natural’). Sin embargo, algunos humanistas destacados, como Alberti, estaban interesados en las matemáticas. Sea como fuere, la recuperación de textos de los antiguos sobre matemáticas, medicina, astronomía, astrología y magia, formaba parte del programa humanista. De manera que hubo un Renacimiento matemático, científico e incluso mágico.
También se intentó imitar el sistema educativo de la antigua Roma. Entre los pioneros: Vittorino da Feltre, en Mantua, Guarino da Verona. Con el nuevo sistema se enseñaba a los alumnos a hablar, leer y escribir en latín clásico, lo que significaba primar las humanidades en detrimento de otras disciplinas, especialmente la lógica, atacada por ser considerada fútil, ‘meros sofismas’ y de necesitaba el empleo de términos técnicos ‘bárbaros’ (es decir, no clásicos) tales como sustancia, accidentes, esencia, etc.
También se podía estudiar griego clásico en algunas escuelas y universidades, pero con menos entusiasmo. Los primeros profesores eran refugiados procedentes del imperio bizantino, a medida que los turcos se iban apoderando de territorios, mucho antes de la caída de Constantinopla. La lectura de obras en griego puso en tela de juicio las traducciones latinas de los textos clásicos, algunos a través de versiones árabes. Se niega que Aristóteles predicara la inmortalidad del alma, poniendo en entredicho toda la síntesis tomista. Incluso los textos latinos tenían diferencias según el copista o las interpretaciones. Esto provocó el desarrollo de técnicas de crítica textual. Por ejemplo se logra demostrar que la ‘Donación de Constantino’, mediante la cual el emperador cedía el centro de Italia al papa y a sus sucesores, no sólo no era de Constantino, sino que había sido escrito varios siglos más tarde.
Los humanistas se sentían muy próximos a los grandes romanos, mientras estaban preocupados por la corrupción de la lengua resultado de la invasión de los bárbaros. La empresa más ambiciosa era la restauración de la antigua Roma. No sabemos hasta qué punto esto era una metáfora. Pero muchos humanistas creían, al igual que los antiguos, en una historia cíclica, como una reencarnación o reaparición de otra época anterior.
Uno de los conceptos claves era el de ‘imitación’, no tanto de la naturaleza sino de los grandes escritores y artistas. (¿Paradójico?) Aunque nosotros pensamos en este período como de innovación y originalidad, los hombres de entonces resaltaron su admiración de los mejores modelos antiguos, aunque la imitación no significara esclavitud. Para usar una de las metáforas de la época, imitar no era remedar, sino que consistía en asimilar el modelo, convirtiéndolo en propio y, a ser posible, superarlo. Son varios los ejemplos (en arte o literatura) de falsas antigüedades que eran producidas por Miguel Ángel u otros humanistas. A su vez, se alzaban algunas críticas contra la imitación demasiado servil.
En realidad, Italia y el mundo habían cambiado. Y los humanistas se hallaban mucho más cerca de lo que creían distante (la Edad Media) y más lejos de los que creían próximo (la antigua Roma, de esclavos, senadores, legionarios, latifundios). Pese a su rechazo del pasado reciente, del arte ‘gótico’ de la filosofía escolástica y de la latinidad bárbara, se halaban formados en esa cultura bajomedieval y en muchos aspectos aún pertenecían a ella. Acostumbrados como estaban a la escritura gótica, no les resultó nada fácil leer las antiguas inscripciones romanas. La obra de Ariosto ‘Orlando Furioso’ aunque tratado con demasiada ironía, tiene deuda con la épica clásica pero también con los romances medievales, especialmente del ciclo de Carlomagno (Orlando no es otro que el héroe Rolando); una obra tal sólo puede haber sido escrita por alguien que pertenecía a ambas tradiciones y a ninguna de las dos. El distanciamiento irónico es la única alternativa para un hombre con un pie en cada orilla.
Uno de los inconvenientes que encontraron los escritores renacentistas (especialmente historiadores), es que el latín no tenía palabras para Lombardía, güelfos, gibelinos, musulmanes, artillería, etc. , de manera que no fue posible verter todo el material disponible en un molde clásico.
Las contradicciones eran mayores en religión. Los humanistas eran cristianos, no paganos. Muchos eran clérigos, otros trabajaban al servicio de papas u obispos, uno de ellos se convirtió en papa (Enea Silvio Piccolomini: Pío II), otros diseñaron iglesias o escribieron sobre teología. Esto explica los ‘híbridos culturales’: clásicos en algunos aspectos y cristianos en otros. Por ejemplo, un teólogo humanista podía llamar templo a la iglesia o referirse a la Biblia como un oráculo. Ahora se discute si eran paganos que aparentaban ser cristianos o cristianos que aparentaban ser paganos.
Existía una cierta tensión entre los valores clásicos y los cristianos, que ya se había producido en los albores del cristianismo. Los padres de la Iglesia pertenecían a las dos culturas y trataron de armonizar Atenas y Jerusalén. Jerónimo soñó que era juzgado por ser no cristiano sino ciceroniano. Los padres de la Iglesia resolvieron el conflicto mediante un compromiso, curiosamente expresado por San Agustín en el episodio del ‘expolio de los egipcios’:
"El Nuevo Testamento nos dice que cuando el pueblo de Israel abandonó Egipto se llevaron consigo el tesoro de los egipcios, y de igual manera, los cristianos pueden hacer suyo y adaptar según sus costumbres todo cuanto de valor hubiese en los clásicos paganos"
En todo caso, algunos cristianos primitivos creyeron que los griegos antiguos conocían la verdadera doctrina gracias a los judíos.
Este compromiso resultó sugerente a los humanistas, cuyo problema era diametralmente opuesto: reconciliar la cultura cristiana ocn los redescubrimientos clásicos.
…
Sin embargo, y por muy profundo que fuese el resurgir de la Antigüedad, éste no se llevó a cabo para sustituir al cristianismo. Y esta afirmación implica, por otra parte, desdibujar la distinción entre Renacimiento y Edad Media, ya que las formas clásicas habían sido imitadas (como el nombre lo indica) por el arte románico en los siglos X y XI y también porque en monasterios y universidades medievales se estudiaban los poetas clásicos. No deberíamos contemplar el Renacimiento como una ‘revolución cultural’ sino como un desarrollo gradual donde algunos se sentían insatisfechos con algunos elementos de la cultura bajomedieval y más atraídos por el pasado clásico.
Por qué razón un movimiento de tales características surgió en el norte y centro de Italia, en ese momento y en cuáles eran las condiciones? Roma era el objeto de veneración: Virgilio más que Homero, el Panteón más que el Partenón. Los vestigios de la antigüedad eran familiares a los italianos, algunos de los cuales se consideraban descendientes y donde la tradición clásica no fue nunca algo remoto.
¿Por qué el movimiento ocurre en esta época?. La respuesta más obvia es el desarrollo de las grandes ciudades en los siglos XII y XIII, la consecución del autogobierno, la prosperidad. Se aprecia una creciente afinidad con los romanos. Las oligarquías mercantiles quisieron ser independientes del poder papal tanto como del emperador. Los estamentos dirigentes de las ciudades empezaron a considerarse a sí mismos como cónsules o patricios y los ayuntamientos como equivalentes al senado; las amenazas de otros poderes o ciudades les hicieron concientes del valor a la libertad.
En cuanto a la base social, el Renacimiento fue un movimiento minoritario urbano. Las alabanzas a la campiña surgieron de hombres de la ciudad; los hombres eran la cabeza visible, aunque muchas mujeres funcionaran como mecenas (¿por qué no inspiradoras aunque no lo diga Burke?). Algunas mujeres reconocieron que los humanistas varones no las trataban en pie de igualdad. Dentro de los varones de la ciudad, el resurgir de la antigüedad (el Renacimiento) interesó a tres grupos minoritarios:
♣ Los humanistas (escritores, cultores de las artes liberales) que en general eran profesionales, maestros o notarios: Petrarca, Tasso, Poliziano, Ficino …
♣ Los artistas (cultores de las artes mecánicas), en su mayoría reclutados entre los hijos de artesanos y tenderos de la ciudad: Leonardo, Brunelleschi, Botticelli, Masaccio …
Burke Renacimiento 7
♣ Los miembros de la clase dirigente, patricios, prelados o príncipes que extendían su mecenazgo a las nuevas formas de arte y saber
Hasta qué punto humanistas y artistas compartían los intereses no está claro. Algunas obras muestran la posible intervención de ambos grupos, como La Calumnia o la Primavera de Botticelli que supone conocimiento de la literatura clásica. Alberti fue uno de los pocos que tendieron un puente entre esas dos culturas. Incluso Leonardo, a pesar de la diversidad de sus intereses, permaneció en una de las dos orillas. El ‘hombre universal’, maestro en todas las cosas, era un ideal del momento, pero resulta difícil encontrar personas que encarnen ese ideal, a pesar de que la presión por la especialización era mucho menor que en la época actual.
En resumen, el resurgir de la Antigüedad representaba una cosa diferente para cada grupo social, cada ciudad, o a lo largo de diferentes períodos de tiempo. En el siglo XIV Petrarca pertenecía a la cultura medieval, pese a su rechazo de algunos aspectos y tuvo influencia de Avignon, donde se encontraba en ese momento el papado. En el siglo XVI, gracias a la imprenta, la difusión de la cultura clásica era ya grande, introduciéndose en las escuelas, mientras que se pone de moda coleccionar estatuas clásicas, encargar retratos, construir sus residencias en la ciudad o sus villas en el campo según el ‘antiguo’ estilo. Durante el período los objetivos de los escritores y artistas fueron cambiando gradualmente. Asimismo, hacia el 1500, el movimiento innovador se convirtió en parte del establishment, rutinizado, incorporado a la tradición. Seguía siendo novedad solamente fuera de Italia.
¿Por qué el movimiento ocurre en esta época?. La respuesta más obvia es el desarrollo de las grandes ciudades en los siglos XII y XIII, la consecución del autogobierno, la prosperidad. Se aprecia una creciente afinidad con los romanos. Las oligarquías mercantiles quisieron ser independientes del poder papal tanto como del emperador. Los estamentos dirigentes de las ciudades empezaron a considerarse a sí mismos como cónsules o patricios y los ayuntamientos como equivalentes al senado; las amenazas de otros poderes o ciudades les hicieron concientes del valor a la libertad.
En cuanto a la base social, el Renacimiento fue un movimiento minoritario urbano. Las alabanzas a la campiña surgieron de hombres de la ciudad; los hombres eran la cabeza visible, aunque muchas mujeres funcionaran como mecenas (¿por qué no inspiradoras aunque no lo diga Burke?). Algunas mujeres reconocieron que los humanistas varones no las trataban en pie de igualdad. Dentro de los varones de la ciudad, el resurgir de la antigüedad (el Renacimiento) interesó a tres grupos minoritarios:
♣ Los humanistas (escritores, cultores de las artes liberales) que en general eran profesionales, maestros o notarios: Petrarca, Tasso, Poliziano, Ficino …
♣ Los artistas (cultores de las artes mecánicas), en su mayoría reclutados entre los hijos de artesanos y tenderos de la ciudad: Leonardo, Brunelleschi, Botticelli, Masaccio …
Burke Renacimiento 7
♣ Los miembros de la clase dirigente, patricios, prelados o príncipes que extendían su mecenazgo a las nuevas formas de arte y saber
Hasta qué punto humanistas y artistas compartían los intereses no está claro. Algunas obras muestran la posible intervención de ambos grupos, como La Calumnia o la Primavera de Botticelli que supone conocimiento de la literatura clásica. Alberti fue uno de los pocos que tendieron un puente entre esas dos culturas. Incluso Leonardo, a pesar de la diversidad de sus intereses, permaneció en una de las dos orillas. El ‘hombre universal’, maestro en todas las cosas, era un ideal del momento, pero resulta difícil encontrar personas que encarnen ese ideal, a pesar de que la presión por la especialización era mucho menor que en la época actual.
En resumen, el resurgir de la Antigüedad representaba una cosa diferente para cada grupo social, cada ciudad, o a lo largo de diferentes períodos de tiempo. En el siglo XIV Petrarca pertenecía a la cultura medieval, pese a su rechazo de algunos aspectos y tuvo influencia de Avignon, donde se encontraba en ese momento el papado. En el siglo XVI, gracias a la imprenta, la difusión de la cultura clásica era ya grande, introduciéndose en las escuelas, mientras que se pone de moda coleccionar estatuas clásicas, encargar retratos, construir sus residencias en la ciudad o sus villas en el campo según el ‘antiguo’ estilo. Durante el período los objetivos de los escritores y artistas fueron cambiando gradualmente. Asimismo, hacia el 1500, el movimiento innovador se convirtió en parte del establishment, rutinizado, incorporado a la tradición. Seguía siendo novedad solamente fuera de Italia.