Parte 1: El Contexto
Recordemos que el siglo XVI había sido el siglo de la Reforma protestante y la Contrarreforma católica. Hasta entonces si bien la disidencia religiosa se pagaba muy caro – frecuentemente con la muerte en la hoguera – la represión era más o menos selectiva, dirigida contra prominentes pensadores que desacataban las doctrinas verdaderas, mediando sentencias de la Inquisición muchas veces aliada del poder político, como en la España de los Reyes católicos.
En el siglo XVII las apariencias no podrán mantenerse y se desatan cruentas guerras fratricidas entre los ejércitos que defienden al catolicismo y los que se alinean del lado de los reformistas. Sería muy simple creer que las causas de las guerras se agotaban en las creencias religiosas, ignorando que detrás de ellas siempre se encontraban los intereses terrenales – económicos, territoriales, políticos – fogoneando las matanzas y las conquistas.
Estas guerras devastadoras, fueron la contrapartida del avance del conocimiento, que cada vez menos podía ser disciplinado o encauzado por las doctrinas sustentadas por las jerarquías religiosas.
Debe resistirse la tentación de otorgar al protestantismo un rol de defensa del ‘progreso’ intelectual frente al tradicionalismo católico. En muchas ocasiones, la sujeción fiel a la letra de las escrituras por parte de los protestantes, traería aparejada la negación más cerrada de cualquier descubrimiento que pusiera en entredicho aquella interpretación literal, mientras que a la larga, el recurso de ‘metáforas’ que solamente podían y debían ser aclaradas por las autoridades católicas, era susceptible de permitir una lenta reacomodación – aunque a veces tardaría unos cuantos siglos en producirse –.
Uno de los más asombrosos fenómenos de la historia es el hecho de que el siglo XVII, con un caudal tan grande de riquezas intelectuales, que hasta llegó a ser confuso, fue, al mismo tiempo, un siglo de grandes calamidades para muchas zonas de Europa. Guerra, intolerancia religiosa, avance científico. Es como una espada de doble filo este siglo que tratamos.
Bruno y la sombra de la Inquisición
Hay un hecho crucial que marca el comienzo y de alguna manera señala el camino que habrá de recorrerse en el siglo: el asesinato de Giordano Bruno por parte de la Santa Inquisición en 1600 es una dramática advertencia a todos los pensadores. Ello va a incidir profundamente en las conductas públicas de Galileo Galilei y también de Descartes. Un disuasivo como la hoguera, método que evitaba a los inquisidores tener que manchar sus manos de sangre, serviría para que los más lúcidos se retractaran de cualquier idea que pusiera en tela de juicio las ideas sustentadas por la ortodoxia.
En el film quasi documental sobre Galileo, que vemos en clase, se puede seguir de cerca la tortura intelectual, que no terminará cuando el sabio se retracta, sino que lo seguirá acompañando hasta su triste final.
Las guerras
Entre otros conflictos armados, en el siglo XVII Europa fue escenario de la Guerra de los Treinta Años (1618-48), de cuyas heridas algunos países nunca se han recuperado y que dio lugar a grandes cambios geopolíticos. La población fue diezmada; hordas de niños sin hogar inundaron las villas; las ciudades fueron destruidas; la separación entre las clases sociales se amplió, y murieron las esperanzas de unidad europea cuando el reino alemán se escindió en centenares de principados absolutistas ridículamente pequeños, en los que no había oportunidad alguna para la empresa común o el desarrollo de la sabiduría política. Suiza y los Países Bajos se independizaron de Alemania, el país dejó de ser una nación y se convirtió en un enorme campo de batalla en el que sus propios príncipes se unían a potencias extranjeras en la tarea de dividir a la población y perseguir a los habitantes de otros credos. El pueblo sufrió en todas partes.
Algunos de los educadores más prominentes fueron directamente afectados por la guerra, como Comenius, que perdió a su familia en la devastadora invasión de España (católica) a su país (protestante).
Figura. ‘Los horrores de la Guerra’ de Rubens (esta pintura fue para el barroco lo que es el “Guernica” de Picasso para nuestra época).
Recordemos que el siglo XVI había sido el siglo de la Reforma protestante y la Contrarreforma católica. Hasta entonces si bien la disidencia religiosa se pagaba muy caro – frecuentemente con la muerte en la hoguera – la represión era más o menos selectiva, dirigida contra prominentes pensadores que desacataban las doctrinas verdaderas, mediando sentencias de la Inquisición muchas veces aliada del poder político, como en la España de los Reyes católicos.
En el siglo XVII las apariencias no podrán mantenerse y se desatan cruentas guerras fratricidas entre los ejércitos que defienden al catolicismo y los que se alinean del lado de los reformistas. Sería muy simple creer que las causas de las guerras se agotaban en las creencias religiosas, ignorando que detrás de ellas siempre se encontraban los intereses terrenales – económicos, territoriales, políticos – fogoneando las matanzas y las conquistas.
Estas guerras devastadoras, fueron la contrapartida del avance del conocimiento, que cada vez menos podía ser disciplinado o encauzado por las doctrinas sustentadas por las jerarquías religiosas.
Debe resistirse la tentación de otorgar al protestantismo un rol de defensa del ‘progreso’ intelectual frente al tradicionalismo católico. En muchas ocasiones, la sujeción fiel a la letra de las escrituras por parte de los protestantes, traería aparejada la negación más cerrada de cualquier descubrimiento que pusiera en entredicho aquella interpretación literal, mientras que a la larga, el recurso de ‘metáforas’ que solamente podían y debían ser aclaradas por las autoridades católicas, era susceptible de permitir una lenta reacomodación – aunque a veces tardaría unos cuantos siglos en producirse –.
Uno de los más asombrosos fenómenos de la historia es el hecho de que el siglo XVII, con un caudal tan grande de riquezas intelectuales, que hasta llegó a ser confuso, fue, al mismo tiempo, un siglo de grandes calamidades para muchas zonas de Europa. Guerra, intolerancia religiosa, avance científico. Es como una espada de doble filo este siglo que tratamos.
Bruno y la sombra de la Inquisición
Hay un hecho crucial que marca el comienzo y de alguna manera señala el camino que habrá de recorrerse en el siglo: el asesinato de Giordano Bruno por parte de la Santa Inquisición en 1600 es una dramática advertencia a todos los pensadores. Ello va a incidir profundamente en las conductas públicas de Galileo Galilei y también de Descartes. Un disuasivo como la hoguera, método que evitaba a los inquisidores tener que manchar sus manos de sangre, serviría para que los más lúcidos se retractaran de cualquier idea que pusiera en tela de juicio las ideas sustentadas por la ortodoxia.
En el film quasi documental sobre Galileo, que vemos en clase, se puede seguir de cerca la tortura intelectual, que no terminará cuando el sabio se retracta, sino que lo seguirá acompañando hasta su triste final.
Las guerras
Entre otros conflictos armados, en el siglo XVII Europa fue escenario de la Guerra de los Treinta Años (1618-48), de cuyas heridas algunos países nunca se han recuperado y que dio lugar a grandes cambios geopolíticos. La población fue diezmada; hordas de niños sin hogar inundaron las villas; las ciudades fueron destruidas; la separación entre las clases sociales se amplió, y murieron las esperanzas de unidad europea cuando el reino alemán se escindió en centenares de principados absolutistas ridículamente pequeños, en los que no había oportunidad alguna para la empresa común o el desarrollo de la sabiduría política. Suiza y los Países Bajos se independizaron de Alemania, el país dejó de ser una nación y se convirtió en un enorme campo de batalla en el que sus propios príncipes se unían a potencias extranjeras en la tarea de dividir a la población y perseguir a los habitantes de otros credos. El pueblo sufrió en todas partes.
Algunos de los educadores más prominentes fueron directamente afectados por la guerra, como Comenius, que perdió a su familia en la devastadora invasión de España (católica) a su país (protestante).
Figura. ‘Los horrores de la Guerra’ de Rubens (esta pintura fue para el barroco lo que es el “Guernica” de Picasso para nuestra época).
http://capitalismoybarbarie.blogspot.com/2007/02/los-horrores-de-la-guerra-de-rubens.html
Tras pintar este cuadro alegórico, Rubens escribió una carta que contiene una descripción detallada del cuadro y su iconografía:
Marte ha salido del templo de Jano dejando abierta su puerta –que en tiempos de paz permanecía cerrada- y avanza con la espada desenvainada, arrastrado por la furia, Alecto, a pesar de los intentos de Venus por retenerlo. Acompañan a Alecto el hambre y la peste, inseparables compañeros de la guerra. A su lado hay una madre con el hijo en brazos, para demostrar que la fecundidad, la procreación y la caridad resultan arrasadas por la guerra, que todo lo corrompe y lo destruye. También están desparramados por tierra los atributos de la paz, la concordia, las artes y las letras. Hay una mujer lúgubre vestida de negro y despojada de todas sus joyas y adornos: es la infeliz Europa que, por muchos años ya, ha padecido saqueos, ultrajes y miseria.
Bibliografía
Ulich R: La educación en la cultura occidental. Su historia, presente y perspectivas. Paidós, Bs As, 1970, p 83
Wikipedia.
Tras pintar este cuadro alegórico, Rubens escribió una carta que contiene una descripción detallada del cuadro y su iconografía:
Marte ha salido del templo de Jano dejando abierta su puerta –que en tiempos de paz permanecía cerrada- y avanza con la espada desenvainada, arrastrado por la furia, Alecto, a pesar de los intentos de Venus por retenerlo. Acompañan a Alecto el hambre y la peste, inseparables compañeros de la guerra. A su lado hay una madre con el hijo en brazos, para demostrar que la fecundidad, la procreación y la caridad resultan arrasadas por la guerra, que todo lo corrompe y lo destruye. También están desparramados por tierra los atributos de la paz, la concordia, las artes y las letras. Hay una mujer lúgubre vestida de negro y despojada de todas sus joyas y adornos: es la infeliz Europa que, por muchos años ya, ha padecido saqueos, ultrajes y miseria.
Bibliografía
Ulich R: La educación en la cultura occidental. Su historia, presente y perspectivas. Paidós, Bs As, 1970, p 83
Wikipedia.