LOS FUNDAMENTOS DE LA EDUCACIÓN CRISTIANA
Bowen, J. : Los fundamentos de la educación cristiana. Tomo I, cap XI, pp 343-379 (Resumen y notas por JCP para uso interno de la cátedra)
En el momento de la celebración del congreso de Nicea (año 325) no existía una Iglesia cristiana única, ni un dogma religioso unánimemente aceptado, ni una teoría de la educación. En la era patrística (siglos II, IV y V) es cuando los grandes padres de la iglesia sistematizaron las doctrinas cristianas.
También en esta era (siglo IV) aparece el interés por hallar formas de educación específicamente cristianas, aunque esa educación, como el propio cristianismo se nutre de fuentes distintas, de una combinación de elementos tomados a lo largo de un largo período de tiempo. La inquietud por la educación era conservadora y defensiva contra la herejía.
La iglesia de occidente intentará preservar, en educación, los ideales de la paideia griega, basándose en tres fuentes independientes:
q las doctrinas de los padres orientales;
q un núcleo que aparece en torno a la escuela de Cartago – uno de los centros más importantes del cristianismo de la época –
q Las órdenes monásticas
Aparición del monasterio 346
A lo largo del siglo IV la progresiva decadencia del imperio romano repercutió en educación. En los siglos VI y VI el imperio pierde su estructura y se desintegra en Occidente, por lo cual la educación pasó a ser una práctica conservadora de segunda mano. Los monasterios quedarían entonces como los conservadores del conocimiento, las únicas instituciones educativas de Europa occidental.
Los monasterios tienen origen en un pasado muy remoto. Ya en los comienzos de la historia griega se habla de ascetas. Luego se sabe que Pitágoras fundó una fraternidad. En tiempos de Jesús esas fraternidades eran relativamente numerosas, como la de los gnósticos y la de los fundamentalistas esenios.
Egipto parece haber sido la patria por excelencia del monasterio y allí nacieron efectivamente los primeros monasterios cristianos. El movimiento creció y se extendió a otras regiones, convirtiéndose en un movimiento de gran importancia ya en el siglo IV.
Parece que los monasterios fomentaban una mínima alfabetización, al menos para facilitar la participación de los monjes en los oficios del culto. Los restos de escritura copta encontrados muestran que el analfabetismo no era general y se sabe que en los monasterios existían libros. Los ejercicios de copia de libro eran probablemente usados para mantener ocupados a los monjes y preservarlos de fantasías peligrosas. Peor también existían lamentaciones por la pérdida de la tradición oral.
Primitivo monacato corporativo 350
El movimiento se extendió por todas las regiones del Mediterráneo. Basilio, Jerónimo y Agustín, tres grandes padres de la iglesia, fundaron monasterios. Los fundadores tenían lo que se llama una Regla – en realidad constituida por numerosos artículos – en la que se basaban las obligaciones. Jerónimo impulsa las bibliotecas monásticas, impulsó las traducciones bíblicas y fomentaba la copia de manuscritos como deber de los monjes.
Agustín también se ocupó de la educación de sus maestros, a quienes reconocía una función docente, conciente de la necesidad de disponer de un clero educado.
Pensamiento patrístico y tradición pagana 352
Uno de los rasgos más acentuados de los estudios del siglo IV lo constituye la tendencia a buscar el estilo cristiano, no concibiéndose que pudieran existir varios estilos igualmente válidos. Enfrentaban el problema del lugar de la tradición clásica pagana en una sociedad cristiana. Basilio de Cesárea fue quien más se ocupó de las cuestiones educativas y su pensamiento fue conciliatorio respecto a la cristiandad oriental.
Basilio de Cesárea (329/30-379), nacido en Asia Menor recibió educación helenística, con gran influencia de Orígenes. Luego elige la vida retraída, fundando una comunidad cristiana en un monasterio. La finalidad básica de la vida y de todo proceso educativo es el viaje del alma hacia su unión con Dios y la guía está en las Escrituras. Toma de la cultura griega y la judía sólo lo que puede servir para el ascenso espiritual. El criterio de pertinencia lo expresa metafóricamente:
“Del mismo modo que el goce de las flores se limita en los demás seres a su fragancia y colorido ... mientras que las abejas ... tienen al mismo tiempo la facultad de sacarles miel, así también en este caso aquellos que no busquen simplemente en estos escritos lo dulce y placentero podrán extraer de ellos algún beneficio para sus almas ... También nosotros, si somos prudentes, sacaremos de esa literatura lo que nos conviene y es conforme a la verdad, y pasaremos por alto lo demás” 354
Subyacente hallamos un sentido de moderación y equilibrio, que interviene en la vieja disyunción cuerpo /alma:
“la preocupación excesiva por el cuerpo, además de inútil, es un impedimento para el alma ... Al mismo tiempo ... creo que si nos dedicáramos a menospreciar sistemáticamente el cuerpo nos resultaría difícil sentir admiración por cualquier otra de las cosas que puede poseer el hombre ¿De qué nos iban a servir si no las riquezas, si desdeñáramos los placeres que por el cuerpo nos vienen? 355
Jerónimo, Eusebio 356 (ca. 342-420) Se esforzó por vivir en retiro y contemplación, reuniendo a su alrededor a un grupo de ascetas. Luego fue ordenado sacerdote y debido a su gran erudición el Papa le encargó traducciones de libros sagrados. En una autobiografía describe los esfuerzos para permanecer lejos de las tentaciones:
“Cuando era joven, y a pesar de la protección que me ofrecía el baluarte del solitario desierto, no era capaz de resistirme a las tentaciones del pecado y a la fogosidad de mi temperamento. Trataba de reprimirme ayunando con frecuencia, pero mi espíritu se hallaba constantemente sumido en un torbellino de fantasías. Recurrí, para dominarme a uno de los hermanos que había sido hebreo antes de su conversión, y le pedí que me enseñara su lengua ...”357
Fue orientándose cada vez más hacia la negación del presente, sobre todo a partir de un sueño que tuvo. Cuenta que en un viaje tuvo la necesidad imperiosa de leer a Plauto. Pero la noche siguiente soñó con su propia muerte y con el juicio, en donde el tribunal lo acusó de no ser cristiano sino ciceroniano. Fue azotado hasta que promete renunciar a las actividades mundanas, simbolizadas por la lectura de obras paganas. La moraleja es que Jerónimo volvió a dedicarse con entusiasmo al estudio de los textos sagrados.
El sueño de Jerónimo es importante en el contexto de la época en torno al debate sobre los autores paganos. Las creencias religiosas paganas habían otorgado crédito a los augurios y los presagios y a la adivinación, que eran prácticas habituales. El papel de indicador de los sueños se vio reforzado por la creencia cristiana en la revelación. El sueño de Jerónimo se hizo muy famoso.
Jerónimo es quien tradujo la Biblia del hebreo al latín; su versión es conocida como Vulgata, y fue la versión oficial de la Iglesia hasta nuestros días[1]. La traducción de Jerónimo ejerció gran influencia en la gramática. Pese a que el ideal literario de la época lo constituía el latín de Cicerón del siglo I a.C., Jerónimo escribió la Vulgata en el latín hablado del siglo IV, muy distinto. Entre las dos variedades del latín existentes, el clásico y el cristiano, existió un conflicto.
El ideal educativo era el ascetismo. Su escrito más significativo sobre educación está contenido en las cartas y sobre todo en la carta “A Laeta, sobre la educación de su hija (Paula)”. El concepto central es el temor a Dios. La criatura no debe aprender a decir ni debe oír nada más que aquello que corresponde al temor de Dios. De la noción de temor deriva un modelo educativo presidido por el principio de estricta censura de cuanto rodea a la criatura. Todas las personas, los acontecimientos y las actividades cotidianas con los que la niña pueda entrar en contacto han de ser previamente examinados con sumo cuidado a fin de impedir cualquier influencia que pudiese obstaculizar su crecimiento espiritual. Sus sirvientes han de estar alejados del mundo y su maestro tiene que ser de edad madura, de conducta irreprochable y de capacidad reconocida. Dos aspectos de su educación – moral e intelectual – deben ir unidos.
La formación intelectual se hará siguiendo la costumbre tradicional, empezando con las letras del alfabeto, talladas o grabadas para que pueda manejarlas o palparlas. La etapa siguiente será enseñarle a deletrear, pudiendo escogerse para ello los nombres de los apóstoles, profetas o patriarcas. Conviene que empiecen a aprenderse textos de memoria cuanto antes y que reciten cada día, primero en griego e inmediatamente después en latín. Debe mantenerse a la niña alejada de la música; sólo se le pueden enseñar salmos e himnos. ‘Paula ha de ser sorda a todos los instrumentos musicales, y jamás tiene por qué saber cómo nacieron la flauta, la lira y el arpa. Cuando haya crecido y ya sepa leer bien, la muchacha tendrá que aprender a hilar y a tejer, a la vez que se la obligará a seguir cultivando constantemente la oración y la contemplación.”
La educación moral es más importante aún que la intelectual. Aboga por los premios, pero no por los castigos. Propugna la modestia en el vestir y el comportamiento. Debe aparecer raras veces en público y aún entonces muy bien acompañada. El propio cuerpo debe ir acostumbrándose a la negación de sí mismo, prescindiendo de la carne, ayunos para disciplinarse, no bañarse en los tradicionales baños de vapor, habrá de ruborizarse y avergonzarse y deberá ser incapaz de contemplar su propia desnudez.
La carta a Laeta es la única formulación explícita a la educación, aunque se limita a la presentación de un ideal, derivado de los principios del negativismo y del retraimiento. Jerónimo, a pesar de haber nacido en Oriente, siempre fue representante del pensamiento occidental latino; sus puntos de vista no revelan nunca la tolerancia humana y el equilibrio de los padres orientales.. Éstos asimilaron el ideal de la paideia griega y lo convirtieron en instrumento al servicio del bien superior de la vida cristiana; Jerónimo, en cambio, siguió siendo un romano:
“La tradición latina fue siempre más austera y menos creadora que la oriental. La vitalidad intelectual de la Roma pagana fue siempre función de la de Grecia, y cuando ésta comenzó a menguar empezó a debilitarse la cultura romana. Paralelamente el estímulo original de la creatividad religiosa fue griego; y cuando en el siglo IV, la influencia griega fue disminuyendo a medida que se consumaba la separación de las dos grandes regiones del imperio, la cristiandad latina se tornó más estéril y menos humana” 364
“El pensamiento de Jerónimo acerca de la educación no es sólo austero; es casi morboso, es una negación de la vida”
El pensamiento de Jerónimo no tuvo demasiada aceptación. Mientras tanto, estaba surgiendo una teoría mucho más elaborada de la educación cristiana en Cartago, en el Norte de África. Los dos primeros teóricos eran intolerantes, vecinos al montanismo, pero igualmente tuvieron influencia. Dos siglos más tarde aparece San Agustín, el gran maestro de la cristiandad latina.
En Cartago mucho antes había nacido Tertuliano (ca. 160-220) que tuvo gran influencia entre los más ortodoxos, puesto que se basaba en el temor. Sus tendencias autoritarias se apoyaban en unas marcadas actitudes escatológicas, firmemente convencido en que el Apocalipsis iba a cumplirse pronto. Se trata, en realidad, de la doctrina de una secta cristiana primitiva, conocida como montanismo. Tertuliano se sentía muy cerca del montanismo, pero aún así logró gran influencia en la configuración del futuro de la cristiandad latina. Los mismos puntos de vista autoritarios y ascéticos de Tertuliano los compartía su amigo Cipriano, adoptando una actitud típicamente romana, abogando por la unidad monolítica del cristianismo, por la autoridad y la juricidad. Tertuliano y Cipriano tuvieron conflictos con el poder romano; incluso Cipriano fue martirizado.
Agustín (354-430) nació en el Norte de África. Estudió en Cartago. En su búsqueda filosófica inicialmente se aproxima al maniqueísmo y al neoplatonismo, ambas doctrinas dualistas. Luego se convierte al cristianismo y más tarde será nombrado obispo de Hipona. Sus obras tienen un enfoque pedagógico y un gran sentido del movimiento, del progreso y de la consecución de la meta final. Fue el gran maestro de la cristiandad latina.
Las ‘Confesiones’ son una gran explicación metafórica del proceso de educación cristiana; redactadas en forma autobiográfica, son a la vez una descripción universal del crecimiento y desarrollo humanos en infancia, adolescencia, juventud y edad adulta.
A partir de la concepción trinitaria del credo niceno elabora su filosofía, tomando de Platón su dualismo con el mundo terreno y el eterno. Cristianiza a Platón y, aunque éste consideraba que entre ambos mundos había un abismo, Agustín encuentra un puente en Cristo.
El amor hace evolucionar al alma porque crea en el hombre una sensación de ineptitud y un deseo de alcanzar a Dios. La tarea de la educación es lograr esta satisfacción[2].
Deben seguirse tres caminos complementarios: el amor (que implica el acto de fe, que puede ejercerlo el más simple campesino), la acción (que en concordancia con sus antecesores exigía la renuncia a las satisfacciones del cuerpo o ascetismo por el cual se alcanzaba el éxtasis cristiano) y la inteligencia puesta al servicio del alma. En este último punto, las operaciones de la razón y la naturaleza del conocimiento, Agustín acepta el valor de la tradición cultural pagana, que constituye el primer paso de demostración racional gracias al cual se puede ascender hasta el conocimiento completo.
La razón ha sido puesta por Dios y se aloja en el alma. Agustín sostiene que el verdadero conocimiento es innato y que es el propio Dios quien lo sitúa en el hombre:
¿Cómo llegan los hechos a mi conciencia? ¿De dónde vienen? No lo sé; cuando por primera vez los reconocí como tales lo hice utilizando únicamente mi propia inteligencia; estaban ahí, en mi espíritu, en espera de ser utilizados cuando hiciera falta. De algún modo tienen que haber preexistido en mí antes de que mi conciencia los reconociera. Sí, tenían que estar y profundamente arraigados en mí, y alguien hubo de enseñarme haciéndome tomara conciencia de ellos. Así pues, la educación es en realidad el proceso por el cual unas ideas oscuras e inconscientes se convierten en conscientes y claras.373
La teoría agustiniana resultaba admisible en un período en el cual el campo del saber se había encogido, los estudios empíricos se hallaban en decadencia, y las escuelas se preocupaban más de la recapitulación de ideas antiguas que de la adquisición y elaboración de ideas nuevas. La verdad es preexistente, pero latente, y la tarea consiste en hacer manifiesto lo latente. La evolución del alma está en muy buena parte presidida por la actividad intelectual.
El mundo externo es un mundo de apariencias, una representación simbólica de la verdad eterna. Lógicamente, por tanto, el hombre tiene que ir más allá de los símbolos, hasta la verdad misma; tiene que esforzarse por llegar a una comunión directa con lo absoluto y lo inmaterial, donde reside la verdad. Las askesis es justamente la disciplina que resuelve el problema a nivel de la vida cotidiana, pero subsiste el problema del conocimiento simbólico vinculado con el lenguaje.
De acuerdo con Agustín, las palabras no pueden constituir un conocimiento, puesto que el conocimiento es inefable. Los principios subyacentes a las palabras no son lenguaje. Pero, si ello es así surgía la pregunta¿ qué valor puede darse a la Escrituras? Agustín responde en sus obras, especialmente en ‘De magistro’ un ensayo de epistemología concebido en forma de diálogo con su hijo natural Adeodato. Paralelamente a la discusión acerca de la naturaleza del conocimiento, se pregunta si puede realmente enseñarse algo[3].
Agustín asume la postura platónica según la cual el conocimiento es acerca de universales, que no aprendemos por medio de las palabras. El conocimiento más elemental consiste en una conciencia del mundo externo: los datos de la experiencia. Estos datos se representan con palabras – signos – si bien los objetos reales son más importantes que sus signos, puesto que el fin es más importante que los medios. Por otra parte, los usos que de las palabras se hacen son superiores a las palabras mismas; las palabras funcionan sólo instrumentalmente, como signos para la enseñanza. El valor de las palabras radica en su capacidad de evocar en las conciencia un modelo de relaciones paralelo a la estructura del mundo externo y que estimula la indagación personal. Una vez que las palabras han conseguido evocar unas ideas , el individuo las asocia a una verdad universal, mediante un proceso mal conocido:
“Las verdades generales de la razón no son enseñadas, sino que se hallan de algún modo presentes en el espíritu y hace falta sólo descubrirlas planteando las preguntas más adecuadas; pero no es el maestro quien coloca las verdades en el espíritu del discípulo”.376
Agustín, al igual que Platón, tampoco puede salvar el abismo entre opinión y certeza, entre representación simbólica y conocimiento último; “su teoría pedagógica no logra, por consiguiente, finalidad alguna”. La argumentación obliga al cristiano a dar el necesario salto de la fe, por la que cree que este mundo es un fugaz reflejo de un cielo permanente y eterno. Lo único que puede hacer el maestro es posibilitar la estructuración de un paradigma mental de verdad eterna que permita dar el salto. Agustín se sitúa contra el verbalismo excesivo de las instituciones escolares de la época, enteramente seculares y dirigidas por paganos. El eclesiástico se alza contra el amaneramiento verbal y aboga por un retorno a la experiencia humana directa.
Agustín no se mostraba muy a favor del estudio de los autores paganos. Por otra parte, en el creciente corpus de los escritos cristianos se introducía la tradición clásica, aunque de manera superficial. El maestro debía ser versado en las artes liberales, dado que la lógica, la dialéctica y la gramática eran útiles para la comprensión de las Escrituras, para ordenar su material y le proporcionaban la elocuencia para suscitar la respuesta de sus estudiantes. Las matemáticas ayudaban a comprender el orden del universo. También los saberes cotidianos eran valiosos, no así aquellos con finalidad estética, como música y artes. Pero, en cualquier caso, el principio de la askesis ocupa un lugar preeminente; los puntos de vista son idealistas y escatológicos: la vocación del hombre es unirse con Dios (beatitud).
‘La ciudad de Dios’. Teoría política cristiana 378
En el siglo V, los bárbaros – godos, francos y vándalos – querían instalarse en las regiones más prósperas del imperio, logrando asentarse en Italia, Galia y España. Corría el rumor de que los cristianos habían debilitado el imperio, por lo cual Agustín redacta un libro monumental donde afirma que la ciudad perfecta es la ciudad celeste de Dios. La sociedad estatal perfecta es imposible; el paraíso no está en la tierra sino en un Estado futuro. La tiranía del Estado es un castigo por el pecado original. El hombre debe aceptar la sentencia y buscar la salvación espiritual.
Hipona fue atacada por los vándalos y poco después moría Agustín. El cristianismo norteafricano quedaba destruido, pero las teorías de la Ciudad de Dios presidieron el pensamiento político occidental hasta el siglo XI y proporcionaron el marco de referencia conceptual para la vida de los cristianos.
Uno de los rasgos notables de Ciudad de Dios es que pone de manifiesto la conciencia cívica romana de Agustín. Los ascetas no habían aportado nada a la teoría social, en cuanto ante el conflicto se retiraban al desierto. Agustín reconoce la necesidad de afirmar el mundo y la sociedad de los hombres, educado como estaba en la tradición cívica romana y por la tradición clásica. Un ideal sigue siendo importante para Agustín: el de la civilitas.
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Glosario
Artes liberales. Concepto heredado de la antigüedad clásica, haciendo referencia a su cultivo por "hombres libres" en oposición a las “mecánicas o serviles”. Designaba los estudios que ofrecían conocimientos generales y destrezas intelectuales antes que destrezas profesionales u ocupacionales especializadas. Las siete artes liberales que se enseñaban en la antigüedad comprendían dos grupos de estudios: el trivium (gramática, retórica, dialéctica, o para otros lógica) y el quadrivium (aritmética, geometría, astronomía, música). Aunque en diferentes épocas fueron incluídas distintas discilinas, el trivium se vincula al lenguaje, reservando el quadrivium como parte superior de los estudios, incluyendo disciplinas vinculadas a lo que hoy llamamos ciencias exactas. V. ícono en Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Artes_liberales
Copta. (Del griego = Egipcio). Designa a los cristianos de Egipto, divididos en católicos y ortodoxos. También designa un idioma descendiente del hablado en el Antiguo Egipto. (V. escritura copta Bowen I: 349)
Eremita. Del griego eremos=desierto (tiene la misma raíz que ermitaño)
Esenios. Judíos de una secta contemporánea de los fariseos y saduceos. Se ha especulado con que Jesús y Juan el Bautista tenian relaciones con ellos o incluso pertenecían a la secta. Algunos creen que en ellos reside el germen del cristianismo.
Fundamentalismo. Término teológico común en los protestantes, que denota una actitud de adhesión a la interpretación literal de la Biblia.
Herodes (el Grande) (73-4 a.C.), rey de Judea (37-4 a.C.). Nació en Palestina, de padre idumeo y madre árabe, no era un verdadero judío. Sin embargo, a los idumeos se les había impuesto el judaísmo, por lo que quedaron asimilados. Herodes intentó consolidar su posición con los judíos casándose con Mariamna, princesa de la línea Asmonea, a quien posteriormente mandó asesinar. Combinó feroces matanzas con obras públicas hasta hoy perdurables. Los primeros años de su reinado se complicaron por la hostilidad entre saduceos y fariseos y por la enemistad de los supervivientes Asmoneos, quienes establecieron una alianza con Cleopatra de Egipto. El Evangelio de San Mateo señala que el monarca, declarado 'rey de los judíos' por el Senado romano, cuando supo del nacimiento de Jesús 'nuevo rey de los judíos', por temor a perder su trono decretó la muerte de todos los niños varones de Belén. José y María huyeron hacia Egipto con su bebé Jesús para escapar de la matanza, conmemorada el 28 de diciembre 'Masacre de los Santos Inocentes'. Datos de las excavaciones pondrían en tela de juicio esta historia. Herodium (foto de excavaciones): http://www.clarin.com/diario/2007/05/08/um/m-01414921.htm
Laeta. Amiga de Agustín, a quien estaban dirigidas sus famosas cartas.
Maniqueísmo. Doctrina fundada por Mani, fanático persa del siglo III, sostiene que el mundo se compone de dos aspectos incorpóreos: el bien y el mal, presentes en la existencia material y enzarzados entre sí en una lucha por la supremacía.
Milenarismo. Segunda venida de Cristo
Montanismo, el monje Montano de fines del siglo II, en la provincia de Frigia. Eran milenaristas, propugnando el ascetismo extremo y la interpretación literal de las Escrituras, como otros teóricos ortodoxos, pero poniendo el acento en la coerción moral y física. Los miembros que no cumplían con la inflexible disciplina eran expulsados del grupo. Terminó siendo considerado herético, porque negaba el arrepentimiento. (Bowen I: 366)
Vulgata. La Biblia traducida del hebreo al latín, obra de Jerónimo (Bowen I: 360)
[1] En el momento de publicarse el libro, la Vulgata estaba siendo revisada por un instituto vaticano ad hoc.
[2] Cf con la pulsión epistemológica de Freud
[3] Otra pregunta de Freud, que más bien la resuelve por la negativa.
Bowen, J. : Los fundamentos de la educación cristiana. Tomo I, cap XI, pp 343-379 (Resumen y notas por JCP para uso interno de la cátedra)
En el momento de la celebración del congreso de Nicea (año 325) no existía una Iglesia cristiana única, ni un dogma religioso unánimemente aceptado, ni una teoría de la educación. En la era patrística (siglos II, IV y V) es cuando los grandes padres de la iglesia sistematizaron las doctrinas cristianas.
También en esta era (siglo IV) aparece el interés por hallar formas de educación específicamente cristianas, aunque esa educación, como el propio cristianismo se nutre de fuentes distintas, de una combinación de elementos tomados a lo largo de un largo período de tiempo. La inquietud por la educación era conservadora y defensiva contra la herejía.
La iglesia de occidente intentará preservar, en educación, los ideales de la paideia griega, basándose en tres fuentes independientes:
q las doctrinas de los padres orientales;
q un núcleo que aparece en torno a la escuela de Cartago – uno de los centros más importantes del cristianismo de la época –
q Las órdenes monásticas
Aparición del monasterio 346
A lo largo del siglo IV la progresiva decadencia del imperio romano repercutió en educación. En los siglos VI y VI el imperio pierde su estructura y se desintegra en Occidente, por lo cual la educación pasó a ser una práctica conservadora de segunda mano. Los monasterios quedarían entonces como los conservadores del conocimiento, las únicas instituciones educativas de Europa occidental.
Los monasterios tienen origen en un pasado muy remoto. Ya en los comienzos de la historia griega se habla de ascetas. Luego se sabe que Pitágoras fundó una fraternidad. En tiempos de Jesús esas fraternidades eran relativamente numerosas, como la de los gnósticos y la de los fundamentalistas esenios.
Egipto parece haber sido la patria por excelencia del monasterio y allí nacieron efectivamente los primeros monasterios cristianos. El movimiento creció y se extendió a otras regiones, convirtiéndose en un movimiento de gran importancia ya en el siglo IV.
Parece que los monasterios fomentaban una mínima alfabetización, al menos para facilitar la participación de los monjes en los oficios del culto. Los restos de escritura copta encontrados muestran que el analfabetismo no era general y se sabe que en los monasterios existían libros. Los ejercicios de copia de libro eran probablemente usados para mantener ocupados a los monjes y preservarlos de fantasías peligrosas. Peor también existían lamentaciones por la pérdida de la tradición oral.
Primitivo monacato corporativo 350
El movimiento se extendió por todas las regiones del Mediterráneo. Basilio, Jerónimo y Agustín, tres grandes padres de la iglesia, fundaron monasterios. Los fundadores tenían lo que se llama una Regla – en realidad constituida por numerosos artículos – en la que se basaban las obligaciones. Jerónimo impulsa las bibliotecas monásticas, impulsó las traducciones bíblicas y fomentaba la copia de manuscritos como deber de los monjes.
Agustín también se ocupó de la educación de sus maestros, a quienes reconocía una función docente, conciente de la necesidad de disponer de un clero educado.
Pensamiento patrístico y tradición pagana 352
Uno de los rasgos más acentuados de los estudios del siglo IV lo constituye la tendencia a buscar el estilo cristiano, no concibiéndose que pudieran existir varios estilos igualmente válidos. Enfrentaban el problema del lugar de la tradición clásica pagana en una sociedad cristiana. Basilio de Cesárea fue quien más se ocupó de las cuestiones educativas y su pensamiento fue conciliatorio respecto a la cristiandad oriental.
Basilio de Cesárea (329/30-379), nacido en Asia Menor recibió educación helenística, con gran influencia de Orígenes. Luego elige la vida retraída, fundando una comunidad cristiana en un monasterio. La finalidad básica de la vida y de todo proceso educativo es el viaje del alma hacia su unión con Dios y la guía está en las Escrituras. Toma de la cultura griega y la judía sólo lo que puede servir para el ascenso espiritual. El criterio de pertinencia lo expresa metafóricamente:
“Del mismo modo que el goce de las flores se limita en los demás seres a su fragancia y colorido ... mientras que las abejas ... tienen al mismo tiempo la facultad de sacarles miel, así también en este caso aquellos que no busquen simplemente en estos escritos lo dulce y placentero podrán extraer de ellos algún beneficio para sus almas ... También nosotros, si somos prudentes, sacaremos de esa literatura lo que nos conviene y es conforme a la verdad, y pasaremos por alto lo demás” 354
Subyacente hallamos un sentido de moderación y equilibrio, que interviene en la vieja disyunción cuerpo /alma:
“la preocupación excesiva por el cuerpo, además de inútil, es un impedimento para el alma ... Al mismo tiempo ... creo que si nos dedicáramos a menospreciar sistemáticamente el cuerpo nos resultaría difícil sentir admiración por cualquier otra de las cosas que puede poseer el hombre ¿De qué nos iban a servir si no las riquezas, si desdeñáramos los placeres que por el cuerpo nos vienen? 355
Jerónimo, Eusebio 356 (ca. 342-420) Se esforzó por vivir en retiro y contemplación, reuniendo a su alrededor a un grupo de ascetas. Luego fue ordenado sacerdote y debido a su gran erudición el Papa le encargó traducciones de libros sagrados. En una autobiografía describe los esfuerzos para permanecer lejos de las tentaciones:
“Cuando era joven, y a pesar de la protección que me ofrecía el baluarte del solitario desierto, no era capaz de resistirme a las tentaciones del pecado y a la fogosidad de mi temperamento. Trataba de reprimirme ayunando con frecuencia, pero mi espíritu se hallaba constantemente sumido en un torbellino de fantasías. Recurrí, para dominarme a uno de los hermanos que había sido hebreo antes de su conversión, y le pedí que me enseñara su lengua ...”357
Fue orientándose cada vez más hacia la negación del presente, sobre todo a partir de un sueño que tuvo. Cuenta que en un viaje tuvo la necesidad imperiosa de leer a Plauto. Pero la noche siguiente soñó con su propia muerte y con el juicio, en donde el tribunal lo acusó de no ser cristiano sino ciceroniano. Fue azotado hasta que promete renunciar a las actividades mundanas, simbolizadas por la lectura de obras paganas. La moraleja es que Jerónimo volvió a dedicarse con entusiasmo al estudio de los textos sagrados.
El sueño de Jerónimo es importante en el contexto de la época en torno al debate sobre los autores paganos. Las creencias religiosas paganas habían otorgado crédito a los augurios y los presagios y a la adivinación, que eran prácticas habituales. El papel de indicador de los sueños se vio reforzado por la creencia cristiana en la revelación. El sueño de Jerónimo se hizo muy famoso.
Jerónimo es quien tradujo la Biblia del hebreo al latín; su versión es conocida como Vulgata, y fue la versión oficial de la Iglesia hasta nuestros días[1]. La traducción de Jerónimo ejerció gran influencia en la gramática. Pese a que el ideal literario de la época lo constituía el latín de Cicerón del siglo I a.C., Jerónimo escribió la Vulgata en el latín hablado del siglo IV, muy distinto. Entre las dos variedades del latín existentes, el clásico y el cristiano, existió un conflicto.
El ideal educativo era el ascetismo. Su escrito más significativo sobre educación está contenido en las cartas y sobre todo en la carta “A Laeta, sobre la educación de su hija (Paula)”. El concepto central es el temor a Dios. La criatura no debe aprender a decir ni debe oír nada más que aquello que corresponde al temor de Dios. De la noción de temor deriva un modelo educativo presidido por el principio de estricta censura de cuanto rodea a la criatura. Todas las personas, los acontecimientos y las actividades cotidianas con los que la niña pueda entrar en contacto han de ser previamente examinados con sumo cuidado a fin de impedir cualquier influencia que pudiese obstaculizar su crecimiento espiritual. Sus sirvientes han de estar alejados del mundo y su maestro tiene que ser de edad madura, de conducta irreprochable y de capacidad reconocida. Dos aspectos de su educación – moral e intelectual – deben ir unidos.
La formación intelectual se hará siguiendo la costumbre tradicional, empezando con las letras del alfabeto, talladas o grabadas para que pueda manejarlas o palparlas. La etapa siguiente será enseñarle a deletrear, pudiendo escogerse para ello los nombres de los apóstoles, profetas o patriarcas. Conviene que empiecen a aprenderse textos de memoria cuanto antes y que reciten cada día, primero en griego e inmediatamente después en latín. Debe mantenerse a la niña alejada de la música; sólo se le pueden enseñar salmos e himnos. ‘Paula ha de ser sorda a todos los instrumentos musicales, y jamás tiene por qué saber cómo nacieron la flauta, la lira y el arpa. Cuando haya crecido y ya sepa leer bien, la muchacha tendrá que aprender a hilar y a tejer, a la vez que se la obligará a seguir cultivando constantemente la oración y la contemplación.”
La educación moral es más importante aún que la intelectual. Aboga por los premios, pero no por los castigos. Propugna la modestia en el vestir y el comportamiento. Debe aparecer raras veces en público y aún entonces muy bien acompañada. El propio cuerpo debe ir acostumbrándose a la negación de sí mismo, prescindiendo de la carne, ayunos para disciplinarse, no bañarse en los tradicionales baños de vapor, habrá de ruborizarse y avergonzarse y deberá ser incapaz de contemplar su propia desnudez.
La carta a Laeta es la única formulación explícita a la educación, aunque se limita a la presentación de un ideal, derivado de los principios del negativismo y del retraimiento. Jerónimo, a pesar de haber nacido en Oriente, siempre fue representante del pensamiento occidental latino; sus puntos de vista no revelan nunca la tolerancia humana y el equilibrio de los padres orientales.. Éstos asimilaron el ideal de la paideia griega y lo convirtieron en instrumento al servicio del bien superior de la vida cristiana; Jerónimo, en cambio, siguió siendo un romano:
“La tradición latina fue siempre más austera y menos creadora que la oriental. La vitalidad intelectual de la Roma pagana fue siempre función de la de Grecia, y cuando ésta comenzó a menguar empezó a debilitarse la cultura romana. Paralelamente el estímulo original de la creatividad religiosa fue griego; y cuando en el siglo IV, la influencia griega fue disminuyendo a medida que se consumaba la separación de las dos grandes regiones del imperio, la cristiandad latina se tornó más estéril y menos humana” 364
“El pensamiento de Jerónimo acerca de la educación no es sólo austero; es casi morboso, es una negación de la vida”
El pensamiento de Jerónimo no tuvo demasiada aceptación. Mientras tanto, estaba surgiendo una teoría mucho más elaborada de la educación cristiana en Cartago, en el Norte de África. Los dos primeros teóricos eran intolerantes, vecinos al montanismo, pero igualmente tuvieron influencia. Dos siglos más tarde aparece San Agustín, el gran maestro de la cristiandad latina.
En Cartago mucho antes había nacido Tertuliano (ca. 160-220) que tuvo gran influencia entre los más ortodoxos, puesto que se basaba en el temor. Sus tendencias autoritarias se apoyaban en unas marcadas actitudes escatológicas, firmemente convencido en que el Apocalipsis iba a cumplirse pronto. Se trata, en realidad, de la doctrina de una secta cristiana primitiva, conocida como montanismo. Tertuliano se sentía muy cerca del montanismo, pero aún así logró gran influencia en la configuración del futuro de la cristiandad latina. Los mismos puntos de vista autoritarios y ascéticos de Tertuliano los compartía su amigo Cipriano, adoptando una actitud típicamente romana, abogando por la unidad monolítica del cristianismo, por la autoridad y la juricidad. Tertuliano y Cipriano tuvieron conflictos con el poder romano; incluso Cipriano fue martirizado.
Agustín (354-430) nació en el Norte de África. Estudió en Cartago. En su búsqueda filosófica inicialmente se aproxima al maniqueísmo y al neoplatonismo, ambas doctrinas dualistas. Luego se convierte al cristianismo y más tarde será nombrado obispo de Hipona. Sus obras tienen un enfoque pedagógico y un gran sentido del movimiento, del progreso y de la consecución de la meta final. Fue el gran maestro de la cristiandad latina.
Las ‘Confesiones’ son una gran explicación metafórica del proceso de educación cristiana; redactadas en forma autobiográfica, son a la vez una descripción universal del crecimiento y desarrollo humanos en infancia, adolescencia, juventud y edad adulta.
A partir de la concepción trinitaria del credo niceno elabora su filosofía, tomando de Platón su dualismo con el mundo terreno y el eterno. Cristianiza a Platón y, aunque éste consideraba que entre ambos mundos había un abismo, Agustín encuentra un puente en Cristo.
El amor hace evolucionar al alma porque crea en el hombre una sensación de ineptitud y un deseo de alcanzar a Dios. La tarea de la educación es lograr esta satisfacción[2].
Deben seguirse tres caminos complementarios: el amor (que implica el acto de fe, que puede ejercerlo el más simple campesino), la acción (que en concordancia con sus antecesores exigía la renuncia a las satisfacciones del cuerpo o ascetismo por el cual se alcanzaba el éxtasis cristiano) y la inteligencia puesta al servicio del alma. En este último punto, las operaciones de la razón y la naturaleza del conocimiento, Agustín acepta el valor de la tradición cultural pagana, que constituye el primer paso de demostración racional gracias al cual se puede ascender hasta el conocimiento completo.
La razón ha sido puesta por Dios y se aloja en el alma. Agustín sostiene que el verdadero conocimiento es innato y que es el propio Dios quien lo sitúa en el hombre:
¿Cómo llegan los hechos a mi conciencia? ¿De dónde vienen? No lo sé; cuando por primera vez los reconocí como tales lo hice utilizando únicamente mi propia inteligencia; estaban ahí, en mi espíritu, en espera de ser utilizados cuando hiciera falta. De algún modo tienen que haber preexistido en mí antes de que mi conciencia los reconociera. Sí, tenían que estar y profundamente arraigados en mí, y alguien hubo de enseñarme haciéndome tomara conciencia de ellos. Así pues, la educación es en realidad el proceso por el cual unas ideas oscuras e inconscientes se convierten en conscientes y claras.373
La teoría agustiniana resultaba admisible en un período en el cual el campo del saber se había encogido, los estudios empíricos se hallaban en decadencia, y las escuelas se preocupaban más de la recapitulación de ideas antiguas que de la adquisición y elaboración de ideas nuevas. La verdad es preexistente, pero latente, y la tarea consiste en hacer manifiesto lo latente. La evolución del alma está en muy buena parte presidida por la actividad intelectual.
El mundo externo es un mundo de apariencias, una representación simbólica de la verdad eterna. Lógicamente, por tanto, el hombre tiene que ir más allá de los símbolos, hasta la verdad misma; tiene que esforzarse por llegar a una comunión directa con lo absoluto y lo inmaterial, donde reside la verdad. Las askesis es justamente la disciplina que resuelve el problema a nivel de la vida cotidiana, pero subsiste el problema del conocimiento simbólico vinculado con el lenguaje.
De acuerdo con Agustín, las palabras no pueden constituir un conocimiento, puesto que el conocimiento es inefable. Los principios subyacentes a las palabras no son lenguaje. Pero, si ello es así surgía la pregunta¿ qué valor puede darse a la Escrituras? Agustín responde en sus obras, especialmente en ‘De magistro’ un ensayo de epistemología concebido en forma de diálogo con su hijo natural Adeodato. Paralelamente a la discusión acerca de la naturaleza del conocimiento, se pregunta si puede realmente enseñarse algo[3].
Agustín asume la postura platónica según la cual el conocimiento es acerca de universales, que no aprendemos por medio de las palabras. El conocimiento más elemental consiste en una conciencia del mundo externo: los datos de la experiencia. Estos datos se representan con palabras – signos – si bien los objetos reales son más importantes que sus signos, puesto que el fin es más importante que los medios. Por otra parte, los usos que de las palabras se hacen son superiores a las palabras mismas; las palabras funcionan sólo instrumentalmente, como signos para la enseñanza. El valor de las palabras radica en su capacidad de evocar en las conciencia un modelo de relaciones paralelo a la estructura del mundo externo y que estimula la indagación personal. Una vez que las palabras han conseguido evocar unas ideas , el individuo las asocia a una verdad universal, mediante un proceso mal conocido:
“Las verdades generales de la razón no son enseñadas, sino que se hallan de algún modo presentes en el espíritu y hace falta sólo descubrirlas planteando las preguntas más adecuadas; pero no es el maestro quien coloca las verdades en el espíritu del discípulo”.376
Agustín, al igual que Platón, tampoco puede salvar el abismo entre opinión y certeza, entre representación simbólica y conocimiento último; “su teoría pedagógica no logra, por consiguiente, finalidad alguna”. La argumentación obliga al cristiano a dar el necesario salto de la fe, por la que cree que este mundo es un fugaz reflejo de un cielo permanente y eterno. Lo único que puede hacer el maestro es posibilitar la estructuración de un paradigma mental de verdad eterna que permita dar el salto. Agustín se sitúa contra el verbalismo excesivo de las instituciones escolares de la época, enteramente seculares y dirigidas por paganos. El eclesiástico se alza contra el amaneramiento verbal y aboga por un retorno a la experiencia humana directa.
Agustín no se mostraba muy a favor del estudio de los autores paganos. Por otra parte, en el creciente corpus de los escritos cristianos se introducía la tradición clásica, aunque de manera superficial. El maestro debía ser versado en las artes liberales, dado que la lógica, la dialéctica y la gramática eran útiles para la comprensión de las Escrituras, para ordenar su material y le proporcionaban la elocuencia para suscitar la respuesta de sus estudiantes. Las matemáticas ayudaban a comprender el orden del universo. También los saberes cotidianos eran valiosos, no así aquellos con finalidad estética, como música y artes. Pero, en cualquier caso, el principio de la askesis ocupa un lugar preeminente; los puntos de vista son idealistas y escatológicos: la vocación del hombre es unirse con Dios (beatitud).
‘La ciudad de Dios’. Teoría política cristiana 378
En el siglo V, los bárbaros – godos, francos y vándalos – querían instalarse en las regiones más prósperas del imperio, logrando asentarse en Italia, Galia y España. Corría el rumor de que los cristianos habían debilitado el imperio, por lo cual Agustín redacta un libro monumental donde afirma que la ciudad perfecta es la ciudad celeste de Dios. La sociedad estatal perfecta es imposible; el paraíso no está en la tierra sino en un Estado futuro. La tiranía del Estado es un castigo por el pecado original. El hombre debe aceptar la sentencia y buscar la salvación espiritual.
Hipona fue atacada por los vándalos y poco después moría Agustín. El cristianismo norteafricano quedaba destruido, pero las teorías de la Ciudad de Dios presidieron el pensamiento político occidental hasta el siglo XI y proporcionaron el marco de referencia conceptual para la vida de los cristianos.
Uno de los rasgos notables de Ciudad de Dios es que pone de manifiesto la conciencia cívica romana de Agustín. Los ascetas no habían aportado nada a la teoría social, en cuanto ante el conflicto se retiraban al desierto. Agustín reconoce la necesidad de afirmar el mundo y la sociedad de los hombres, educado como estaba en la tradición cívica romana y por la tradición clásica. Un ideal sigue siendo importante para Agustín: el de la civilitas.
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Glosario
Artes liberales. Concepto heredado de la antigüedad clásica, haciendo referencia a su cultivo por "hombres libres" en oposición a las “mecánicas o serviles”. Designaba los estudios que ofrecían conocimientos generales y destrezas intelectuales antes que destrezas profesionales u ocupacionales especializadas. Las siete artes liberales que se enseñaban en la antigüedad comprendían dos grupos de estudios: el trivium (gramática, retórica, dialéctica, o para otros lógica) y el quadrivium (aritmética, geometría, astronomía, música). Aunque en diferentes épocas fueron incluídas distintas discilinas, el trivium se vincula al lenguaje, reservando el quadrivium como parte superior de los estudios, incluyendo disciplinas vinculadas a lo que hoy llamamos ciencias exactas. V. ícono en Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Artes_liberales
Copta. (Del griego = Egipcio). Designa a los cristianos de Egipto, divididos en católicos y ortodoxos. También designa un idioma descendiente del hablado en el Antiguo Egipto. (V. escritura copta Bowen I: 349)
Eremita. Del griego eremos=desierto (tiene la misma raíz que ermitaño)
Esenios. Judíos de una secta contemporánea de los fariseos y saduceos. Se ha especulado con que Jesús y Juan el Bautista tenian relaciones con ellos o incluso pertenecían a la secta. Algunos creen que en ellos reside el germen del cristianismo.
Fundamentalismo. Término teológico común en los protestantes, que denota una actitud de adhesión a la interpretación literal de la Biblia.
Herodes (el Grande) (73-4 a.C.), rey de Judea (37-4 a.C.). Nació en Palestina, de padre idumeo y madre árabe, no era un verdadero judío. Sin embargo, a los idumeos se les había impuesto el judaísmo, por lo que quedaron asimilados. Herodes intentó consolidar su posición con los judíos casándose con Mariamna, princesa de la línea Asmonea, a quien posteriormente mandó asesinar. Combinó feroces matanzas con obras públicas hasta hoy perdurables. Los primeros años de su reinado se complicaron por la hostilidad entre saduceos y fariseos y por la enemistad de los supervivientes Asmoneos, quienes establecieron una alianza con Cleopatra de Egipto. El Evangelio de San Mateo señala que el monarca, declarado 'rey de los judíos' por el Senado romano, cuando supo del nacimiento de Jesús 'nuevo rey de los judíos', por temor a perder su trono decretó la muerte de todos los niños varones de Belén. José y María huyeron hacia Egipto con su bebé Jesús para escapar de la matanza, conmemorada el 28 de diciembre 'Masacre de los Santos Inocentes'. Datos de las excavaciones pondrían en tela de juicio esta historia. Herodium (foto de excavaciones): http://www.clarin.com/diario/2007/05/08/um/m-01414921.htm
Laeta. Amiga de Agustín, a quien estaban dirigidas sus famosas cartas.
Maniqueísmo. Doctrina fundada por Mani, fanático persa del siglo III, sostiene que el mundo se compone de dos aspectos incorpóreos: el bien y el mal, presentes en la existencia material y enzarzados entre sí en una lucha por la supremacía.
Milenarismo. Segunda venida de Cristo
Montanismo, el monje Montano de fines del siglo II, en la provincia de Frigia. Eran milenaristas, propugnando el ascetismo extremo y la interpretación literal de las Escrituras, como otros teóricos ortodoxos, pero poniendo el acento en la coerción moral y física. Los miembros que no cumplían con la inflexible disciplina eran expulsados del grupo. Terminó siendo considerado herético, porque negaba el arrepentimiento. (Bowen I: 366)
Vulgata. La Biblia traducida del hebreo al latín, obra de Jerónimo (Bowen I: 360)
[1] En el momento de publicarse el libro, la Vulgata estaba siendo revisada por un instituto vaticano ad hoc.
[2] Cf con la pulsión epistemológica de Freud
[3] Otra pregunta de Freud, que más bien la resuelve por la negativa.