Metámonos en la taberna de la historia. Que vengan aquí, a la mesa redonda., y a conversar con el estudiante de América, los estudiantes de todos los tiempos. Y que nadie se escandalice, porque nunca tuvimos sitio más decoroso para platicar: siempre en los bodegones, en los desvanes, en las tabernas los sorprendieron la muerte o la alborada cuando más henchido teníamos el ánimo de empresas generosas y la emoción vibraba en las palabras Hemos sido los conspiradores tradicionales de todos los tiempos. Llevamos la revolución en el alma. No medimos ni el dolor ni el sacrificio. El gesto que más seduce a nuestras juventudes es el de verter la vida sobre una bella ilusión.
Hemos conspirado porque la conspiración es apagamiento de voces y ruidos para captar las fuerzas ocultas, para recoger los acentos escondidos por donde circulan los anhelos íntimos mientras las dictaduras roban el sol en las plazas públicas. En las horas de azar y desventura conspira el deseo de liberación, conspírale sentimiento de justicia, conspira la voz de la sabiduría por medio de nuestras vidas insumisas. El orden establecido, el conformismo, la pasividad, nos miran con recelo, nos encuentran sospechosos […]
Se nos desterró por infieles, se nos sometió a tormento, se nos recibió en la punta de las bayonetas. Sobre las voces de mando de los sargentos ondeábamos, aumentando su furor y desconcierto, las banderas del espíritu juvenil. ¡Hora del sacrificio de José María Durán! Todavía recordamos a sus verdugos. Maniobraban sobre el potro del tormento para que las cuerdas fuesen rasgando lentamente sus carnes, hasta quedar la víctima atada de los huesos.
Pero todo era inútil y ha sido inútil: siempre hemos sido levadura de revolución. […]
Fuimos implacables con los pobres de espíritu, altivos ante quienes han podido humillarnos con su sabiduría, arbitrarios para pedir justicia o concederla, dogmáticos a pesar de nuestros vacíos entendimientos, rebeldes cuando el orden dictaba sus más justas enseñanzas. […]
Sólo pedimos a la historia una taberna. Que ninguna persona decente toque a nuestras puertas. […] No vamos a sentarnos a manteles, sino ante mesas cubiertas de cicatrices, donde las navajas dejaron su rastro en palabras groseras […] y corazones de amor. Que quien venga a beber con nosotros lo haga a sabiendas de esta fama.
Óyelo tú, José María Durán […] aquí nos sorprenderá la muerte o la alborada. Que pasen de largo los que no han sentido frío, que nos desdeñen los que no han sentido hambre. Y los que no han sentido, como nosotros, esta llamita débil que nos congrega, nos une, nos da luz y calor y un poquitode esperanza y una sed infinita de rebeldía.
Que no se nos oiga ni se nos tenga por cosa digna y respetable. Somos los estudiantes de América. Venimos de las cárceles, y talvez mañana vamos a caer bajo las patas de la caballería, sobre las piedras o el asfalto […] Qué importa! […] Queremos henchir este día de luz perfecta para que quede como la antorcha de los venideros. […]
Cuando seleccionamos valores, nos seducen más los humildes y escondidos. Siempre se nos ve en compañía de los que fueron desdeñados por la fortuna.
Y aquí estamos todos. Muchachos de la vieja Europa, muchachos que hace cuatro o seis siglos fueron el escándalo de París o Salamanca y los de ahora, que fomentan disturbios en Madrid, en Córdoba o en Lima. […]
ARCINIEGAS, G. (1959): El estudiante de la mesa redonda. Bs.As./Barcelona: EDHASA. (prólogo, pp 9-11)
Hemos conspirado porque la conspiración es apagamiento de voces y ruidos para captar las fuerzas ocultas, para recoger los acentos escondidos por donde circulan los anhelos íntimos mientras las dictaduras roban el sol en las plazas públicas. En las horas de azar y desventura conspira el deseo de liberación, conspírale sentimiento de justicia, conspira la voz de la sabiduría por medio de nuestras vidas insumisas. El orden establecido, el conformismo, la pasividad, nos miran con recelo, nos encuentran sospechosos […]
Se nos desterró por infieles, se nos sometió a tormento, se nos recibió en la punta de las bayonetas. Sobre las voces de mando de los sargentos ondeábamos, aumentando su furor y desconcierto, las banderas del espíritu juvenil. ¡Hora del sacrificio de José María Durán! Todavía recordamos a sus verdugos. Maniobraban sobre el potro del tormento para que las cuerdas fuesen rasgando lentamente sus carnes, hasta quedar la víctima atada de los huesos.
Pero todo era inútil y ha sido inútil: siempre hemos sido levadura de revolución. […]
Fuimos implacables con los pobres de espíritu, altivos ante quienes han podido humillarnos con su sabiduría, arbitrarios para pedir justicia o concederla, dogmáticos a pesar de nuestros vacíos entendimientos, rebeldes cuando el orden dictaba sus más justas enseñanzas. […]
Sólo pedimos a la historia una taberna. Que ninguna persona decente toque a nuestras puertas. […] No vamos a sentarnos a manteles, sino ante mesas cubiertas de cicatrices, donde las navajas dejaron su rastro en palabras groseras […] y corazones de amor. Que quien venga a beber con nosotros lo haga a sabiendas de esta fama.
Óyelo tú, José María Durán […] aquí nos sorprenderá la muerte o la alborada. Que pasen de largo los que no han sentido frío, que nos desdeñen los que no han sentido hambre. Y los que no han sentido, como nosotros, esta llamita débil que nos congrega, nos une, nos da luz y calor y un poquitode esperanza y una sed infinita de rebeldía.
Que no se nos oiga ni se nos tenga por cosa digna y respetable. Somos los estudiantes de América. Venimos de las cárceles, y talvez mañana vamos a caer bajo las patas de la caballería, sobre las piedras o el asfalto […] Qué importa! […] Queremos henchir este día de luz perfecta para que quede como la antorcha de los venideros. […]
Cuando seleccionamos valores, nos seducen más los humildes y escondidos. Siempre se nos ve en compañía de los que fueron desdeñados por la fortuna.
Y aquí estamos todos. Muchachos de la vieja Europa, muchachos que hace cuatro o seis siglos fueron el escándalo de París o Salamanca y los de ahora, que fomentan disturbios en Madrid, en Córdoba o en Lima. […]
ARCINIEGAS, G. (1959): El estudiante de la mesa redonda. Bs.As./Barcelona: EDHASA. (prólogo, pp 9-11)
Fotografía: (1) Universidad del Comahue, Posgrado de Psicología Social, con Ana Pampliego de Quiroga, docentes y 'estudiantes'! (JCP)
(2) Patio de la Universidad de Salamanca, con estudiantes de la misma universidad (JCP)